Murviedro presenta Clay, los vinos moldeados en barro

Murviedro ha presentado los nuevos Clay

Murviedro ha presentado los nuevos Clay / Urban

Vicente Morcillo

Vicente Morcillo

La relación del vino con el barro es mucho más antigua que la relación que tiene con la madera de roble (material con el que se fabrican las barricas en las que se introduce habitualmente el vino para su crianza). Hasta que llegó la barrica de roble (en su momento envase revolucionario porque propiciaba crianzas y permitía su movilización con menores riesgos de roturas que las tinajas de terracota) los vinos se conservaban en ánforas y tinajas, tal y como atestiguan múltiples hallazgos tanto en el ámbito de la península ibérica como en otros puntos del mundo. De hecho, se han encontrado en Georgia fragmentos de grandes envases de barro cocido que contenían restos de compuestos propios de los vinos como ácido tartárico, málico o cítrico. Son restos que proceden de un yacimiento datado en hace más de ocho mil años.

Algo más ‘actuales’ (datados hacia el siglo V antes de Cristo) son los hallazgos de La Solana de Requena, donde se encuentran unas antiguas ‘pilillas’ sobre las que se elaboraban los vinos en la zona y múltiples fragmentos de piezas de terracota relacionadas con el cultivo de la vid y la producción de vino.

En las últimas décadas se ha constatado un resurgir en el uso de este tipo de envases para el vino, ya que permiten una micro oxigenación similar a la que se produce en el interior de las barricas de roble gracias a la porosidad del barro. Muchos bodegueros han encontrado en estos recipientes un aliado perfecto para criar sus vinos sin dotarles de los aromas y sabores tostados y torrefactos que se obtienen con el uso de la madera en este proceso. No es fácil trabajar este tipo de crianzas, pero el resultado es el de unos vinos con ciertas notas minerales y en los que se logran preservar intactos los matices propios de la uva.

Bodegas Murviedro ya llevaba algún tiempo experimentando con la crianza en tinajas. De la mano de Juanjo Muñoz, director técnico de la firma vitivinícola, la bodega elabora el tinto de Bobal La Casa de la Seda, un vino que se elabora con las uvas de una vieja parcela casi centenaria y que realiza una crianza conocida como mixta, ya que parte del vino se cría en barricas de roble y otra parte en tinajas de terracota. Ahora Murviedro da un paso más al presentar su nueva colección de vinos Clay, una trilogía de monovarietales de limitadísima edición que está destinado a incorporarse a las cartas de vinos de la alta restauración y a los aficionados que aprecian la pureza y expresividad de elaboraciones tan cuidadas.

Clay es una gama de vinos formada por tres referencias diferentes, un blanco de Garnacha Blanca, otro de la variedad Xarel-lo y un tinto de Bobal. El primero es un vino de color amarillo pálido, aromas de media intensidad que recuerdan a cítricos y flores blancas y un paso por boca denso, largo y persistente que se elabora con uvas procedentes de viejos viñedos de este varietal de origen mediterráneo. Por su parte, el monovarietal de Xarel-lo, una variedad poco introducida en tierras valencianas pero sobre la que Murviedro tiene puestas muchas esperanzas por su buena adaptación, destaca por sus aromas de fruta de hueso como el melocotón y sus recuerdos anisados, con un paso por boca fresco y mineral. Por último, el tinto, elaborado con uvas de Bobal, tiene una nariz golosa, con notas de frutillos rojos, violetas y especias dulces. En el caso de los blancos, la crianza en tinajas es de tres meses, mientras que en el caso del tinto se alcanzan los seis meses. Todos estos vinos son orgánicos y aptos para dietas vegetarianas y veganas al estar clarificados y filtrados con productos de origen mineral y vegetal.

Para el lanzamiento de esta exclusiva colección de vinos Murviedro ha recurrido a unas botellas especiales fabricadas con gres esmaltado, un material de propiedades muy diferentes a las de una botella convencional de vidrio. La cerámica es totalmente opaca a la luz, van cerradas con tapón de corcho y están protegidas con lacre de un color diferente para cada tipo de vino.