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Tonino

LA SECCIÓN

Tonino Guitian

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Después de haber viajado por toda Europa, Gazel llega a España en la comitiva de un embajador de Marruecos, de modo que aprovecha la oportunidad para conocer las costumbres y la cultura de nuestro país polemizar con diversos temas al comparar a España con otros países europeos más avanzados. Este es el argumento de las Cartas Marruecas de Cadalso, mucho más que inspirado en las Cartas Persas de Montesquieu, un género curioso este en el confluyen un elemento imprescindible para lo literario y lo científico: la comparación.

Les recomiendo vivamente un programa de televisión en el que un hombre oriental se enfrenta bajo las cámaras, no a las dificultades de la integración en el país de Fuster, sino a las maravillas que ofrecen desde nuestros rincones más intrincados a los paisajes más turísticos. Nuestra vida, siempre bajo el prisma de un emigrante chino, adopta unas formas caleidoscópicas de un calado siempre amable en el que descubrimos quizá más de la naturaleza humana que de la oriental, plegada a las necesidades del grupo social que más caliente. La cultura oriental ha subsistido desde siempre dejándose invadir. Los invasores siempre resultan más prácticos y neutrales asumiendo determinadas tareas de intendencia política y dejan no pocos de sus avances a cambio. Luego, los chinos resistentes, los chinos de toda la vida, sólo tienen que afinar a sus invasores y refinarlos hasta acabar con ellos. Ese es el motivo de la enorme cantidad de idiomas que se hablan en China y, en general, de la gran variedad idiomática del mapa humano.

Una entrevista a nuestro personaje televisivo oriental dio como resultado unas declaraciones quizá demasiado poco naturales, por no decir forzadamente parecidas a un discurso oficial idiomático. Decía que la gran variedad de usos del idioma, que aquí y allí se cambie una letra, un verbo, un significado, revela una gran riqueza de cultura. Una afirmación que implica también la gran pobreza de un idioma normativo -valga la redundancia-. Pero claro, de alguna manera habrá que comunicarse y poner unas bases mínimas para poder contemplar la variedad, que es donde está el gusto.

Dejando de lado si todo llegará a normalizarse hasta el punto de poder contar con nuestros propios extranjeros nacionales en igualdad de condiciones, o al menos que cotice lo mismo un africano o un chino que un latino en la televisión, nos hemos de dar cuenta de que todos tenemos nuestros condicionantes y vivimos en nuestro globo. Pero aún siendo conscientes de lo poco que valemos individualmente, nos cuesta reconocer que desde hace mucho tiempo nada tiene esperanza de enderezarse. Principalmente porque alguien ya ha lo decidido todo.

Yo admiro a los chinos por su manera de plegarse ante la realidad, su manera impersonal de existir o de saber llevar un equipo de fútbol de primera división. A ellos no les interesa llegar arriba, sino permanecer prosperando, que es la divisa que sigue nuestro universo. Enfrentarse está bien cuando todo está revuelto y puedes pillar cacho de poder, pero cuando las cosas han llegado al punto en el que las mentiras nos hacen gracia, es mejor pactar.

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