Oro negro

Clasificación [*]

Dirección: Jean-Jacques Annaud. Guión: J.J Annaud y Menno Meijes, basado en la novela de Hans Ruesch. Fotografía: Jean-Marie Dreujou. Música: James Horner. Intérpretes: Tahar Rehim, Antonio Banderas, Mark Strong, Freida Pinto, Riz Ahmed, Jamal Awar, Lofti Dziri, Eriq Ebouaney, Mostafa Gaazar, Akin Gazi, Ziad Ghaoui. Nacionalidad: Francia-Italia-Qatar. Duración: 130 minutos.

Una insípida y casi siempre fría sucesión de estampas incapacitadas, por la falta de aliento de la trama y la artificiosidad de los personajes, para lograr su objetivo de mostrar el tremendo impacto que a todos los niveles representó para muchos países árabes el descubrimiento de pozos petrolíferos en su geografía.

Reiterando la alarmante baja forma que ya demostró en su cinta previa, Su majestad Minor, el antaño prestigioso Jean-Jacques Annaud, que firmó 'El nombre de la rosa y 'El oso', no cae a niveles tan bajos pero sí se revela incapacitado para entrar con propiedad, rigor y, sobre todo, criterio en un universo que le sobrepasa y que le resulta totalmente ajeno. Por eso la película no denota esa credibilidad que busca sin éxito y se sumerge a menudo en el pozo del tedio.

Hay mucho desfile de pueblos nómadas con cientos de extras y numerosos camellos y, eso sí, preciosos escenarios naturales, localizados en Qatar y en Túnez, donde se rodó, que en ningún caso compensan de errores demasiado cruciales. El propio Antonio Banderas no recordará esta interpretación, precisamente, como una de las mejores de su trayectoria profesional. A partir de la novela 'Al sur del corazón' de Hans Ruesch, el propósito de la cinta era mostrar todo el fenómeno de enfrentamientos y de rencillas que trajo consigo a comienzos del silo XX el descubrimiento del 'oro negro' en la Península Arábiga, un tema considerado por unos como un regalo de Alá y por otros como una maldición que fomentó las guerras. En el centro de todo ello están dos jefes tribales, el emir Nesib y el sultán Amar, que acaban de enfrentarse en una lucha que ha concluido con la victoria del primero, lo que implica que éste se quede como rehenes con los hijos del derrotado, Saleeh y Auda.

La poca consistencia del entramado histórico, político y, por encima de todo, dramático se convierte en el principal enemigo del director para que el espectador asuma lo que desfila ante sus ojos. Hay muchos medios de producción, pero escasa inspiración narrativa, excesivo maquillaje y deficit de autenticidad en los rostros.