Feminismo

"La prostitución no es trabajo, es esclavitud, y no es feminista quien la defiende"

La escritora feminista Najat el Hachmi recibe uno de los premios que entrega la Asociación Dones Progresistes, entregados este miércoles en Valencia

Un momento de la entrega de los premios

Un momento de la entrega de los premios / Levante-EMV

Gonzalo Sánchez

Gonzalo Sánchez

"La prostitución no es trabajo, es esclavitud, y no es feminista quien la defiende". Najat el Hachmi (Nador, 1979), es una escritora feminista que recibió este miércoles uno de los premios otorgados por la asociación Dones Progresistes en el Ateneo de València.

Además de a el Hachmi se premió a la activista María José Villegas, la activista contra la mutilación genital femenina Aminata Soucko, a la Asociación Alanna y la directora del instituto de las mujeres Isabel García Hernández. En el acto, además se leyó un manifiesto por el "veto y censura en el ámbito universitario a la profesora Marcela Lagarde".

Los premios los otorga Dones Progresistes, la entidad que engloba una de las dos ramas de un feminismo dividido por la ley trans y la abolición de la prostitución y que salieron divididas el pasado 8M. Por el momento, el Hachmi piensa que las posibilidades de entendimiento entre ambos sectores son muy complicadas.

"El movimiento feminista no está dividido, lo que creo que es hay una confusión muy grande sobre lo que es el feminismo", explica la escritora. Añade que "hay un proceso de apropiación por parte de colectivos con otras agendas de lo que es el feminismo, pero nosotras estamos donde el feminismo ha estado siempre. Quienes se han confundido son quienes defienden otras cosas que chocan frontalmente con la igualdad", explica.

Para ella, el tema trans ataca a la raíz del pensamiento feminista. "Nosotras luchamos contra el género entendido como construcción social porque es la fuente de nuestra opresión, ellas reivindican el género como su identidad. No creo que se puedan conciliar esas dos visiones", explica.

Abolicionistas de la prostitución

La prostitución -trabajo sexual para unas, esclavitud para el Hachmi- es el otro gran polo de división dentro del movimiento feminista. La escritora es muy clara al decir que "no pueden llamar trabajo a lo que es esclavitud y comprar y vender mujeres".

Para el Hachmi, el principal problema es que "muchas de las que teorizan sobre este problema están muy alejadas de la realidad que viven las mujeres prostituida, y si se acercaran un poco o leyeran a autoras como Amelia Tiganus se darían cuenta de qué están avalando". En su opinión "no habremos avanzado nada en cuestiones como el consentimiento mientras existan mujeres que se puedan comprar".

Dentro de su crítica, el Hachmi añade que hay un "factor racista". "Casi todas las mujeres que lo defienden son españolas que no han tenido nunca ningún problema con la precariedad, ni con la pobreza y obvian el hecho de que la mayoría de víctimas explotadas son mujeres inmigrantes. Ahí están siendo tremendamente racistas", apunta.

Velo y libertad

El machismo y el racismo suelen ir de la mano en muchos temas además de en la prostitución. "Hemos denunciado que se está siendo muy tolerante con ciertas tradiciones religiosas o culturales que son muy discriminatorias".Una de ellas es el velo islámico, una prenda que considera que no se puede llevar realmente por voluntad propia. "¿A quién se le ocurre de repente echarse un velo en la cabeza e ir por el mundo sin poder enseñar un pelo? Las chicas o mujeres que dicen que no han tenido presión social están negando la mayor", critica.

Para el Hachmi, la mayor prueba de ello es tratar de recorrer el camino inverso. "Basta con ver qué pasa cuando una mujer que lleva velo decide quitárselo. Ahí sí que hay presiones, y creo que ese tipo de discursos lo lanzan personas que no han nacido en familias musulmanas. Hay una indiferencia hacia nuestro sufrimiento", cuenta.

Las mujeres en la religión

Para el Hachmi, las mujeres que deciden ponerse el velo es porque han interiorizado el discurso islamista, que no el Islam. La escritora diferencia muy bien ambas cosas, porque para ella se está difundiendo masivamente una visión de la religión peligrosa entre los jóvenes.

"El islam que nos enseñaban de pequeños en casa no tiene nada que ver con el que aprenden ahora los jóvenes. Se está aprovechando la presencia de familias de origen musulman para extender ideas salafistas o que defienden los Hermanos Musulmanes (una rama política ultraderechista). Es como si te dijera que el catolicismo es el Opus Dei, como tú no conoces nada, más te lo crees. Pero el islam no es eso. Hay que educar a los jóvenes frente a los peligros del fundamentalismo", explica el Hachmi.