«El tatuaje terapéutico es un concepto diferente de tatuaje. Es como una curación, porque hace sentir mejor. Es una forma de sanarse psicológicamente, consiguiendo que la piel luzca bonita», asegura la tatuadora Tania Dmitrochenko.De ahí que el proyecto de Arte Salvaje Tania Tatto en València vaya más allá de ofrecer un mero adorno. Tania trata de mejorar el bienestar psicológico de las personas que allí acuden mediante representaciones artísticas que camuflan imperfecciones o dolencias de la piel.

El centro de Tania trabaja con personas que sufren afecciones en la epidermis. Ya sea por enfermedad, como puede ser un cáncer de mama, operaciones de estética que dejan cicatrices y cualquier imperfección. «La mayoría de mis clientas son mujeres que han sufrido un cáncer de mama y quieren hacerse una reconstrucción de areolas. Pero también tengo muchos casos de tratamientos de cicatrices de nacimiento, por accidente o reconstrucciones de pecho», explica.

Esta técnica es un tatuaje al uso, con la diferencia de que conlleva un valor añadido, la satisfacción personal por parte del que lo hace y al que se le realiza, porque supone el fin de una etapa o de un mal recuerdo. «Se sienten felices, recuperadas, naturales y emocionalmente satisfechas», asegura Tania en su cabina de trabajo.

Recuperar partes del cuerpo

La finalidad del tatuaje terapéutico es recuperar o mejorar partes del cuerpo que han sufrido una lesión y presentan secuelas visibles. En este tipo de trabajos las pacientes mastectomizadas son las principales interesadas. Es el caso de Carolina García. «Me detectaron cáncer de mama hace un año. No fue nada fácil y psicológicamente es muy duro pero tuve la suerte de tener a mi marido, que es muy positivo y a mis dos hijos», rememora. «Físicamente te ves mal, muy mal. Estaba amarilla, hinchada, sin pelo, pero nada que no arregle una peluca y un buen maquillaje», cuenta con la serenidad que da ver ya el final del amargo trance.

A la visita con Tania le acompaña su marido, Juan. Muy implicado en la causa y amante de los tatuajes. Hace unos meses decidió hacerse el mismo dibujo que su mujer, unas peonias en color rojo, y en el mismo lugar. Además, junto a las flores lleva tatuada la letra de la canción ‘Resistiré’, y una mariposa con el lazo rosa que alude a la Lucha contra el cáncer de mama. «Decidí hacerme un tatuaje porque a mi pareja le gustan mucho. Mi idea original era hacerme una reconstrucción de areola pero pensé que nunca me iban a quedar los dos pechos iguales de ahí que decidiera pintar una cosa bonita en algo que había sido tan duro y triste», cuenta Carolina.

Cambio de prioridades

Todavía en tratamiento, Carolina narra lo difícil que ha sido lidiar con la enfermedad y como de una experiencia tan dificil había sacado algo positivo. «Hemos intentado que las cosas malas se queden como algo anecdótico y prevalezcan las buenas. El cáncer te enseña, al igual que te cambia las prioridades», explica. «Mi familia ha sido un gran apoyo, sobre todo mi hermana, pero cada día me enfrento a muchas personas que no están preparadas para ver mi pecho. A mis padres les costó muchísimo», relata.

Sin duda, el momento más feliz fue cuando vio por primera vez el resultado. «El día que me destapé la cicatriz y me vi sin pecho fue una sensación muy triste. Pero cuando me vi el pecho tatuado sentí que era el final. El final de una etapa y momento de comenzar de nuevo», narra emocionada.

Su marido, asiente con la cabeza y matiza: «La flor que llevamos simboliza todo lo que hemos pasado juntos, sufrido y de lo que hemos aprendido». «Pero sobre todo que ambos somos uno», cuenta un cómplice Juan. En la visita al estudio de Tania también se encontraba Eva Salinas, que acudía al centro para repasarse las flores que ocultaban la marca de un accidente.

«Decidí hacerme un tatuaje porque hace cuatro años tuve una caída y me rompí el hombro. Después de la operación me quedó una cicatriz de 20 centímetros muy fea». «Llevo cuatro años mirando dibujos y al final decidí hacerme unas flores de cerezo. Ahora cuando me miro al espejo ya no veo ese hombro feo, me veo un hombro precioso», argumenta. «La cicatriz me recordaba el dolor del accidente», incide.

Para las personas que han pasado por enfermedades que han dejado huellas a nivel físico o psicológico, como es el caso de Carolina y Eva, el tatuaje ha cumplido su misión terapéutica. Donde antes sólo veían dolor o secuelas de su enfermedad ahora lucen satisfechos.

Camuflar con maquillaje

«El último cirujano me dejó los pezones destrozados. Me operé del pecho por estética y ahí comenzó mi calvario», comenta. «Después de cuatro operaciones era tan tremendo lo que me habían hecho que no sabía que hacer. No era capaz de enseñarlos, ni siquiera a mi marido. Me tapaba las cicatrices con maquillaje porque me avergonzaba», cuenta Yolanda H. C.

Ocultar las secuelas

Yolanda contactó con Tania como último recurso. «Empecé a buscar opiniones en internet porque no me atrevía a pasar por otro cirujano. Tania me dio tranquilidad y confianza. En la primera sesión me fui feliz a casa porque me disimuló el tono de las cicatrices», comenta. «A lo largo de las sesiones me ha reconstruido la areola y me ha dado un tono más oscuro para ocultar las secuelas que me quedaron de la operación. Pero no sólo eso, Tania con el tatuaje ha conseguido darle forma e igualarme el pecho», explica más tranquila Yolanda.

El tatuaje terapéutico en este caso, igual que el de Yolanda y Eva le ha cambiado la vida y ha conseguido resultados naturales sin tener que volver a pasar por una nueva intervención. Y se ha consolidado como una manera de expresión. Representa los valores de la persona, rasgos de la personalidad, estados de ánimo y experiencias vividas.

Los maoríes ya utilizaban el tatuaje para la batalla; sus dibujos representaban contiendas y estrategias frente al enemigo. También pueden simbolizar el final de una batalla, como puede ser el cáncer de mama. Las secuelas físicas y psicológicas de la enfermedad varían en cada mujer, pero muchas coinciden en que esta salida artística les ha cambiado la vida. Una alternativa con final feliz.