El actor argentino Ricardo Darín y la actriz catalana Laia Costa son los protagonistas de la coproducción hispano-argentina Nieve negra, un intenso drama familiar dirigido por Martín Hodara, que acaba de terminar el rodaje de exteriores en el Pirineo catalán, y ultima ya en Buenos Aires la fase de montaje.

La película se ha rodado entre el final del invierno pasado y las primeras semanas de la primavera en los paisajes nevados de La Seu d´Urgell, en el Pirineo catalán, y en Andorra, y ahora concluye el montaje en Buenos Aires, donde también se han rodado los interiores. Se espera que el estreno se produzca el primer semestre de 2017.

Se trata del segundo largometraje de Hodara, tras su debut con el thriller La señal (2007), una cinta que no se estrenó en España y que el argentino codirigió con su protagonista, Ricardo Darín, tras asumir este la tarea a la muerte de Eduardo Mignogna, en 2006, víctima de un cáncer. Darín, que estrena esta semana próxima en España la película Capitán Koblic, ya había coincidido con Hodara en la película Nueve Reinas (2000), donde el cineasta era asistente de dirección.

Con guion del propio Hodara, la película cuenta en el reparto con los destacados actores argentinos Dolores Fonzi, con la que Darín coincidió en Truman, Leonardo Sbaraglia (Relatos salvajes) y el veterano Federico Luppi, quienes se encargan de dar vida a los miembros de una atormentada familia con un pasado trágico y un presente inquietante. Nieve negra comienza en el invierno de 1978, en un remoto paraje en medio de la montaña, cuando el primogénito de una familia fallece en un accidente de caza; la culpa de esa muerte recae en el hermano mayor, Salvador (Darín), que se convierte en un paria, un hombre turbio y huraño. El suceso afecta a toda la familia pero, sobre todo, destroza la vida de la hermana pequeña, Sabrina (Fonzi). Pasan los años y Salvador vive aislado en el medio de la Patagonia; su otro hermano, Marcos (Sbaraglia) y la esposa de éste, Laura (Costa), van a verle para que acepte vender las tierras que comparten por herencia, pero el cruce, en medio de un paraje solitario e inaccesible, reaviva un duelo dormido.

«Nieve negra es una tragedia donde los personajes se dirigen inexorablemente a su decadencia moral, donde los deseos, la codicia y los errores del pasado hacen que las vidas vayan por un camino u otro», afirma Hodara.

La nieve es la que unifica el pasado y el presente de los personajes, de manera que en algunos momentos, el espectador se sentirá confundido con los tiempos; un recurso, apunta el director, que sólo se logra a través de esa blancura eterna «que hace que los personajes no puedan huir, obligándolos a enfrentarse el uno al otro».