No la conocía bien, ni siquiera me constaba que esta mujer existía más allá de ubicarla de refilón en una serie que ni seguía ni dejaba de seguir ni lo contrario. Los Serrano era una institución, y sus personajes, de la familia, aunque no de la mía. Jamás reconocí mi familia en esos guiones, en sus tramas, en aquellos desternillantes desayunos, en ese ir y venir a una mesa repleta de marcas para consumir.

Por allí, entre grandes y pequeños, andaba Eva, la hija mayor de Lucía - Belén Rueda -. No me llamó la atención su forma de actuar, ni la del resto del elenco. O no recuerdo que lo hiciera ninguno. Pero cuando ahora veo a Antonio Resines, el papá Serrano, en subproductos como Aquí Paz y después Gloria, compruebo que sigue levantando el dedo al hablar, que no salió de Los Serrano.

El caso de Verónica Sánchez es distinto. Ha hecho más cosas, aunque su personaje en Los Serrano está ahí. Pero es pasado. Ahora la vemos en Sin identidad, en Antena 3. Y me embelesa. Es verdad que una de Jaén no habla así, pero tampoco hay que ponerse tan tiquismiquis. Verónica Sánchez es la hermana de María, Megan Montaner, y creo que es de los personajes que más está creciendo, que más perfiles muestra, que más ha cambiado.

Su ordinariez, su frescura, sus gestos, su nuevo estatus social no sólo no le han borrado la conciencia de su origen humilde, trampero, lumpen y canalla sino que echa mano de él para dejar claro que está dispuesta a todo, pero a la vez, en su mirada y su forma de decir las cosas se advierte algo parecido a la piedad y el sentimiento. Tanto matiz sólo puede conseguirlo una gran actriz. Verónica Sánchez ya no es una Serrano.