Habrán observado que si un programa de actualidad, sobre todo en formato división del mundo en dos, es decir, el día y la noche, derecha e izquierda, su Paco Marhuenda y su Antonio Miguel Carmona, si un programa así, con su presentador avezado tipo Iñaki López, el de La Sexta noche, no tiene a su maestrillo económico de cabecera es como si no pudiera ser porque es imposible.

Seguro que hubo otros antes, pero fue el inefable, y cansino, todo hay que decirlo, Miguel Ángel Revilla, el de las sardinas, el ex presidente cántabro que resultó ser una Belén Esteban de la política aprendiendo a vender su libro como la otra su vida -y su libro- el que popularizó con su tiza y sus maneras de profesor antiguo eso de hacer de la economía un punto en el sumario de los programas, incluido La Sexta noche, donde se fajó. Era el gran mago, el hombre del pueblo. Un charlatán.

De aquella pizarra de pizarra se ha pasado a una pizarra que ya es electrónica y que sólo manejan quienes saben de economía y de electrónica. Como el cántabro era una putita que se iba con cualquiera, se quedó sin unos y sin otros. Así que La Sexta lo sustituyó por el profesor Gay de Liébana, experto en explicar con palabras sencillas lo complejo de la economía -dice que Rajoy no vive en el mundo real porque la situación no es para ser optimistas-.

Pero Susanna Griso le echó el ojo y se lo llevó, sin pizarra. ¿Se quedó La Sexta noche sin profesor, sin experto económico que nos guíe por el orbe oscuro de esa materia que o te llena la nevera o te la vacía? No. El último en llegar con su tiza electrónica a la pizarra del programa es Daniel Lacalle, un fulano que se crió en los brazos de la City londinense, palabras mayores. A ver cuánto dura este maestrillo.