Julián Ribera sigue muy vivo en Carcaixent

El reputado arabista, fallecido hace noventa años, fue uno de los pensadores más relevantes de principios del siglo XX

Su labor de recuperación del legado musulmán hispánico le llevó a formar parte de la Real Academia Española

La estatua que preside el Passeig, en una imagen de archivo.

La estatua que preside el Passeig, en una imagen de archivo. / Vicent M. Pastor

Rubén Sebastián

Rubén Sebastián

Fue por estas fechas, pero hace noventa años, cuando un luctuoso acontecimiento sacudió la población de Carcaixent de una forma pocas veces vista. El cronista Víctor Oroval lo plasmó con las siguientes palabras: «Todos los comercios y centros de reunión de la localidad cerraron las puertas». No había sucedido ninguna catástrofe, como a las que ya se han acostumbrado quienes viven junto al Xúquer. El 2 de mayo de 1934 falleció el arabista Julián Ribera, una de las figuras históricas más relevantes que ha dado la comarca y cuyo legado sigue todavía muy vivo

Ribera nació en Carcaixent el 19 de febrero de 1858. Tras estudiar Derecho en la Universidad de Valencia y Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid dio rienda suelta a su pasión y amplió sus conocimientos con la Cátedra de Lengua Árabe de la Universidad de Zaragoza. Fue, precisamente, al estudio del mundo árabe a lo que dedicó buena parte de su vida. De la mano de Francisco Codera en los primeros años, su labor fue indispensable para conocer el pasado musulmán de España. Un legado oculto sin el que no se entenderían ni la cultura ni la sociedad actuales. Su continua formación le llevó también a ser catedrático de Historia Antigua y Media de España por la Universidad de Madrid.

Junto a Codera publicó once volúmenes de la que se denominó «Biblioteca Arábigo Hispana». A título individual se sumarían obras como «La enseñanza entre los musulmanes españoles (1893)», «Bibliófilos y bibliotecas en la España musulmana» (1896), «Lo científico en la Historia» (1906) o «La superstición pedagógica» (1910).

Su trabajo no pasó inadvertida en la época. El 26 de mayo de 1912 ocupó la letra «O» de la Real Academia Española y tres años más tarde fue nombrado académico de la Real Academia de la Historia, dos reconocimientos que le sitúan como uno de los pensadores más importantes de principios del siglo pasado. Sin dejar de lado el estudio del legado musulmán en la península, añadió una nueva faceta a su labor investigadora al dedicarse también al estudio de la música árabe y de su influencia en la cristiana medieval. Es más, ni siquiera tras su jubilación perdió la curiosidad ni el deseo por ampliar sus conocimientos. 

El arabista Julián Ribera falleció en su huerto de la Pobla Llarga hace ya noventa años. Sin embargo, el paso del tiempo ha sido incapaz de borrar la huella que dejó entre sus vecinos ni en el conocimiento universal que legó.

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