Los bañistas de la playa de Valencia ya no tendrán que conformarse con las redes de voleibol o las palas de playa, pues a partir de ahora quien lo desee también podrá bucear y descubrir las numerosas especies marinas que han terminado habitando el arrecife artificial de la Malvarrosa, desde doradas a pulpos.

Situado a 200 metros de la costa y a tres metros de profundidad, este arrecife artificial fue fondeado hace ya casi dos años con el doble objetivo de regenerar el ecosistema marino de la zona y funcionar como atractivo para el ecoturismo y el turismo deportivo.

Se encuentra dentro de la línea de baño, señalizado con boyas y marcado con aspas para que las embarcaciones no se acerquen y de acceso libre a cualquier bañista o buceador interesado.

El proyecto empezó a perfilarse en 2013, cuando técnicos de la Fundación Deportiva Municipal tuvieron la idea de buscar o crear algún incentivo que, desde un punto de vista subacuático, pudiera ofrecer la ciudad de Valencia.

Así, en el verano de 2014 se construyeron y sumergieron los tres módulos que componen este arrecife y que, a día de hoy, se han convertido en un oasis de vida donde antes sólo había bancos de arena.

"A los cuatro meses de sumergirse comenzaron a cubrirse de algas e invertebrados", cuenta a los medios el responsable de comunicación del equipo Arrecifes Valencia, artífice del proyecto, Javier Álvarez Solís: "Estas son siempre las primeras especies en llegar y sirven de atracción para otras especies mayores".

Ahora, quienes se aventuren a sumergirse en el arrecife podrán encontrar especies de interés comercial como doradas o sargos, curiosidades como caballitos y estrellas de mar y también invertebrados más grandes, como sepias o pulpos.

"Incluso hemos encontrado huevos de pulpo, por lo que podemos decir que se ha convertido ya en un referente para la fauna local", asegura Álvarez Solís.

Pero además de ayudar a recuperar el ecosistema y de servir como práctica deportiva, el equipo Arrecifes Valencia se ha encargado también de estudiar cómo el arrecife ha podido afectar a la estabilidad de la playa.

El catedrático de Puertos y Costas de la UPV y colaborador del proyecto, José Serra Peris, ha explicado que la experiencia del arrecife de la Malvarrosa ha servido para comprobar que esta construcción no sólo no afecta a la playa, sino que la protege de la pérdida de arena.

"Eso nos ha llevado a querer ir más allá y plantearnos la instalación de nuevos arrecifes de barrera, con muchos más módulos, en playas que tienen problemas de recesión", comenta Serra.

Una de las localizaciones que se estudia desde hace ya un tiempo sería la playa de El Saler, actualmente en un estado de degradación del litoral, con un arrecife artificial que debería cubrir cerca de 300 metros lineales. Este proyecto se encuentra ahora en busca de financiación.

Por su parte, el catedrático de Ingeniería de la Construcción de la UPV Pedro Serna explica que para el diseño de los módulos se buscó un material que no fuera agresivo para el medio ambiente y que además permitiera trabajar con diferentes texturas para ver cómo se podría adaptar mejor al ecosistema.

Así pues, los módulos se construyeron de hormigón, utilizando diferentes acabados y con diferentes formas cada uno: unas ánforas, la silueta del Oceanogràfic de Valencia y los cinco aros olímpicos.

"Los resultados han sido interesantes y de cara a las nuevas aplicaciones estamos intentando plantear soluciones con mucha menos agresividad, más ligeros, adaptables y fáciles de instalar", señala Serna.

La concejala de Deportes, Maite Girau, señala que para el Ayuntamiento el arrecife constituye un medio excelente para combinar la regeneración del medio marino y la práctica deportiva que ayudará a poner en valor las aguas de Valencia.