Decía Schiller que cualquier cosa „un cuchillo, un lebrillo, un embudo„ puede ser habitada por la belleza en cuanto deja de ser útil y algo de eso se respira junto a las mansiones que se desconchan entre los huertos más señoriales de la Ribera, que la gente leída llama lampedusianos y los que se conforman con el cine, viscontinianos. Los he visto desmoronarse, incluso renacer, muchas veces, entre Sueca y Alzira, entre Riola y Albalat, de Polinyà a Benicull y Corbera.

Pero no hay huertos como los de Carcaixent que son hondos, viejos y de muros muy altos, incluso los que sobreviven en la ciudad: una verdadera encarnación del hortus conclusus, abierto para pocos, cerrado para muchos. El primero que visitamos es l´Hort de Sant Pasqual, que también se llamó de l´Allero o de l´Alemà. Sus artesonados son de pino rojo. Se desparrama la calabacera de este huerto con palmeral, más de recreo que mercantil. El fondo del gran safareig es ahora un patio. Brama el sol y flores diminutas de un ficus llueven sobre nuestras cabezas. Ese irse desmayado y sin tasa de las flores es, paradójicamente, una imagen de eternidad. El dramaturgo y actor Paco Adrià nos amenizará el día con historias de todo género, incluido el thriller.

Porque ahora vamos por el camino de l´Hort de L´Ermita a l´Hort del Marqués de Paredes, que también lo era de la Calzada, réplica de su casa en Valencia. Aquí también triunfa la calabacera en el corral decaído en el que se arruinó el horno moruno. Es verano.

Pasamos muy cerca de una casa de piedra, bellísima, quizás del XVII, recta y limpia como una proposición pitagórica y llegamos al cementerio, alegre y verde como pocos, este hortus es menos conclusus y hay sitio para todos, también para Luburic, el criminal nazi croata que paseaba con su protector el padre Oltra cargado de pistolón y cuchillo. Lo liquidó un agente de Tito en 1969. El niño que fui, lo leyó en El Caso. Primero se le dio tierra y luego, en 1976, sus despojos fueron trasladados a la actual tumba cuya lápida fue encargada a un pedrapiquer local: el padre de mi amigo David Vid. El cementerio fue tomado por los militares: estaban todos los fascistas que tenían aquí despensa y corralito.

De ahí vamos a l´Hort dels Saragossà, quizás el más hermoso de todos, aunque se ven muchos desde su senda, perfumada por la lavanda y con oratorio flanqueado por dos potentes cipreses. La piscina de la casona fue un safareig: el reformador supo atrapar su luz antigua, mucho más blanca que la de la esta edad de hierro. Ahora es una preciosa casa rural. Tiene otro safareig descomunal, de una hanegada, junto a un bosquecillo de moreras. Zumban los pinos mezclados con flores y naranjos. Los huertos atraparon el piedemonte y, a veces, fueron las colinas las que abrieron entre ellas un hueco a modo de macetón repleto de naranjos.

€ Dormir

hoteles y paradores

Hort de la Iaia

Carcaixent. Casa rural con capacidad para diez personas (22 euros/persona/noche). Cómoda, silenciosa y perdida en un mar de naranjos y colinas. 635 795 156.

€ Comer

Restaurantes

Bar Restaurante La Roja

Quatre Camins. Carcaixent. Taberna tradicional con una cocina respetable: arroces, fideuà y mistela granizada. Económico. 962 430 035