Llego a Nules procedente de Betxí y la Vilavella y, antes, de un mundo muy distinto, el Alto Palancia, donde abro trocha en mi olivar, invadido de maleza y cardos, los ribazos llenos de conillets y las almendras y nueces de buen tamaño. Se arrancan almendros para plantar tomates y alcachofa de verano. Es Viver.

Pero Nules es otra cosa. Desde la grandilocuencia de la rotonda con palmeral bagdadí, van apareciendo los antiguos negocios agrícolas „de los abonos a los motores de riego o los plaguicidas„. Dicen en la Plana que los pueblos con mejores naranjas, son los que menos y más tarde se industrializaron. Nules, por si acaso tiene, también, azulejos. Y es mucho más bonita de lo que indican su delicioso mercado municipal „modernista„ o su jardín Botánico con plátanos muy respetables. Un jardín denso y fresco, más que los parques de mi comarca, La Ribera, donde mucho árbol junto, marea. El mercado tiene pocas plazas activas, pero el mercadillo que lo rodea por tres lados, bulle.

Camino por la parte vieja „donde reaparece el naranjo hasta en las placas con los nombres de las calles„. Aquí se bajó del monte al llano desde el primer día de la repoblación. Y no tardarían, a golpe de pozo, en pasar del secano al regadío. Nules tiene capelles (de la Sang, de Sant Blai), hospital, iglesia carmelita de la Inmaculada, un puñado de Vírgenes y un templo enorme y reciente consagrado a Sant Bertomeu i Sant Jaume, que fue creado por Regiones Devastadas, el organismo de la postguerra dedicado a las heridas bélicas. Aún así, templo, Ayuntamiento y línea de casas de buen ver, configuran una plaza mayor llena de encanto. También es bueno de ver el Teatre Alkàzar. Como toda ciudad y pueblo con mucho clérigo, abundan las pastelerías. Cuento media docena.

Nules tuvo muralla y 22 torres y fue cuartel de los realistas en las Germanías. De eso no queda nada, pero por el centro van apareciendo Correos, el Casino, El Musical, los edificios singulares y las casas ricas de los agricultores con tierras. Sólo la pedanía de Mascarell conserva, entero, el recinto amurallado, como ya les conté. Más al este, se abre una marjal secreta. La delatan las cañas y los topónimos „el Canal, el Bovalar„. Y hasta la gastronomía: anguila en salpicó y arròs amb pato.

Después de perderme, llego a la playa, una playa larga de arena y cantos y varias líneas de chaletitos de ensueño, de cuando había albañiles, de una planta: para cultivar la indolencia y no subir escaleras. Unas casas a juego con todos los colores, las partidas de cartas, el vino a granel y la bendición de San Roque. Recorro las riberas de l´Estany. Veo collverds, pollas, fochas y algún bicho más. Los escolares los respetan, quizás sea cierto que avanza la civilización. A su lado, las compuertas de un enorme canal que alimentaba y se alimenta del aliento del pantano oculto.

Dormir - hoteles y paradores

Sercotel Plana Parc

Les Alqueries. Establecimiento moderno en blanco y negro y con todos los servicios. 42 euros la doble. 964 293 037.

Comer - Restaurantes

Pebre Negre

Nules. En la avenida Valencia. Menús de 12 a 18 euros para una buena cocina y una atención estupenda. 964 673 912.