Valencia, y a su puerto y ferrocarril. Fue en el siglo XIX. Atrás han quedado las aldeas de Los Corrales, Las Cuevas y La Torre. Y El Mustiguillo, una de las mejores bodegas de nuestro país. Cuando las aliagas alcanzan cierta masa crítica, su amarillo estalla. Sinarcas se extiende amplia, ondulada y de mucha ventilación, por una superficie considerable. Ella y sus vecinas conquenses, Aliaguilla y Talayuelas, pasan de los cien kilómetros cuadrados de término. Criaderos de toda carne (y huevos): es una de las salidas económicas de la zona. Sinarcas es la menos alta, y llega a los 900 metros, y es la más poblada. Votan a la izquierda. Como en Talayuelas y Aliaguilla, en Castilla.

El ayuntamiento de Sinarcas es muy coqueto, y, paseando, llegamos a su compacta iglesia de piedra, del siglo XVII. Detrás del templo, los parroquianos almuerzan cosas rotundas, chacinas y pan y vino, al amparo de una sombra algo prematura. Hace fresco y el sol se agradece. Sinarcas se extiende a ambas manos de la carretera, que lleva a Teruel y, antes, al Rincón de Ademuz (la frontera en su más alta expresión) y a Santa Cruz de Moya, tierra de maquis desde mucho antes de Napoleón y aún mucho después. Tierra fragorosa, donde los bosques son tan tupidos como la carne de una coliflor. Si le das alguna facilidad, el pino lo ocupa todo. Pasada la cooperativa, tenemos, desde un alto, buena visión de Sinarcas.

Por Sinarcas y sus alrededores siempre han proliferado los campamentos: los políticos y los confesionales, los descreídos o adventicios. Ningún niño debería ser privado del contacto con el bosque y sus revelaciones. Como es día de fiesta, la Bodega Pasiego está abierta (y nos atiende un amable señor mientras funciona una visita guiada), pero la Enológica Oleana, así llamada, ha cerrado. Hacia Talayuelas disminuyen rápidamente los viñedos: no es por la altura (más alta está Aliaguilla), sino por poca salida comercial. Paseamos, y en esto aparece, al volante de un tractor, nuestro amigo Jovi, que lleva en el remolque a todos los quintos del año, que entonan ditirambos al alcohol y buscan leña para la pira que ya se está formando junto a la iglesia del pueblo. La Pascua es el momento culminante de las liturgias del fuego: el catolicismo tiene amplias y sabias tragaderas.

Comemos, en un bar, oreja a la plancha y rabo de cochino frito, con tintorro de frasca (decente). De vuelta, vamos a Aliaguilla por La Torre. Es un pueblo precioso, muy escenográfico, pero queda fuera de las competencias de esta sección y nos conformamos con una visita a la bodega (aunque ya sabemos que aquí se come bien), que tiene unos preciosos jacintos en el área de sombra. Tres botellas de tinto, siete euros. Y está bien. «¿Sois Manchuela?», pregunto. «Sí „me contestan„, pero ponerlo en la etiqueta nos cuesta mil euros».?

€Comer

Restaurantes

Casa Genaro

Fuenterrobles. Cocina de calidad a precios honestos. En la semana laboral, menú de nueve euros al mediodía. Buen servicio. Atención a los vinos de la comarca. Tel. 962 183 155.

€ Dormir

casas rurales

La casa grande

Talayuelas. Hotel rural establecido en un precioso edifico histórico. Mil metros cuadrados de instalaciones. Cocina castellana por encargo. Ochenta euros, la doble. TEl. 618 070 268.