En la vieja Gavarda, los esqueletos de las casas, los solares devastados, están cubiertos de verdor piadoso: pinos y adelfas, parece una zona residencial. La ocasión es hoy más jubilosa: una fiesta cultural en el patio del ayuntamiento de Sumacàrcer, antiguo palacio del conde de Orgaz, con la gastronomía como pretexto. O puede que sea al revés. El caso es que mientras los oradores aclaran la voz y el chico de Bromera dispone la paraeta de los libros, Xelo corta la coca de tomaca i ou dur (deliciosa) y se abren las botellas de vino de Mendoza, Argentina. Ensayan los chicos de la banda infantil: en la calle. Campanas de misa de doce.

El valle penetra tierra adentro siguiendo la dorsal del río, y en el fondo del saco está Sumacàrcer, y un poco después, la presa de Escalona y el pantano, recrecido, de Tous, que es otro mundo.

Para ver bien la Vall Farta, hay que hacer como los ciclistas, que son aquí muy numerosos y se ponen a prueba en el ascenso a Navarrés, para pasar al otro lado de la sierra cuyos primeros acantilados salvaron a Sumacàrcer del tsunami de agua dulce creado por la rotura del dique de Tous. Es imposible conversar más de media hora con la gente del valle sin que aparezca alguna alusión a aquel cataclismo refundador. David Pons, concejal, me dice: «Un campo de la familia está ahora en el lecho del río». Río y ribereños se han ido acomodando: a veces, con pequeños juegos de rapiña o colaboración; otras, con choques y quebrantos.

Sumacàrcer se entiende mucho mejor si se tiene en cuenta que de su castillo moro dependían alquerías de lugares tan relativamente alejados como Sueca y Sallent, y que tenía línea directa con el poder duro de Xàtiva, la capital. Por Càrcer se articulan la Costera y la Ribera. Y de Xàtiva y comarca viene una tropa de fotógrafos andarines que, identificados por sus camisas negras, buscan temas armados con sus teleobjetivos, como atributos descollantes y un poco fanfarrones. No son los únicos: Adrián Chafes persigue libélulas y criaturas del piedemonte (adriafotonatura.blogspot) para retratarlas. Aquí está nuestro nudo hidrográfico vital.

No hay mal que por bien no venga: las obras de reparación de los daños de la pantanà permitieron descubrir tres bellos arcos de piedra en el ayuntamiento de Sumacàrcer, que también tiene sala de exposiciones, muy usada: La Societat, y le sigue la pista a un hermoso almacén de naranjas de 1922, muy castigado pero en pie.

Comemos un arròs a banda en L´Esgoletja, una isla del Xúquer convertida en zona de recreo, pletórica de tamarindos y flores. El río aquí es un cristal verde que atrapa las algas en cabellera y se bruñe de ondas. Ancho, profundo y limpio. Con genio. Es el río que nos disputan en Castilla y el que podemos perder a poco que nos distraigamos, porque ellos tienen a la Cospedal de capitana y nosotros no tenemos a nadie?