Ese bien raro es una llanura de más de veinte kilómetros cuadrados que enlaza Cabanes con Vall d´Alba (y al revés), y hasta lleva a un monasterio budista (hay letrero). Las tierras llanas son más fáciles de cultivar, accesibles y productivas, sobre todo, en estos lugares de la Plana Alta donde el secano no tiene nada de riguroso ni está enterrado muy hondo el tesoro del agua. El camino arbolado que lleva a l´Arc es muy agradable.

A escala monumental, Cabanes es preciosa hasta en los más mínimos detalles: tiene un caserío de mucho rumbo, una iglesia con portada barroca muy fina, un ayuntamiento mudéjar con todos los festones de ventanas lobuladas y pasaje abovedado, casas crecidas en el interior de las torres de su vieja muralla, lienzos de la antigua defensa y hasta sillares romanos muy reconocibles. Siguen en pie la posada de San Amado y el colegio de la Sagrada Familia de las Hermanas Trinitarias.

Vall d´Alba, que tiene una cantidad parecida de vecinos, es más sencilla, y su iglesia data de principios del XX, porque la vieja fue asolada en la orgía fratricida del 36, pero exhibe con rumbo una plaza de toros entera y verdadera, y un monumento al toro bravo que es como un volumen de bronce amasado a punto de reventar. Su simpática cooperativa tiene motivos ornamentales de baraja española. En Vall d´Alba hay una peña del Real Madrid, pero, para compensar, hay otra del Barça en Cabanes. Probamos en un horno local de Cabanes los pastissets, en forma de flor, de Sant Antoni. Exquisitos.

Una de las veces que estuve en Vall d´Alba, contemplé unas danzas tradicionales que acompañaban una ceremonia nupcial. ¿Bailes en una boda? De toda la vida, queridos. Entonces descubrí Cal Paradís, lugar de peregrinación para glotones refinados. Esta vez también nos acercamos al restaurante (el único de Castellón estrellado por Michelin), y mientras se desarrolla la procesión de delicias pactada (y nos acunamos con una garnacha de Calatayud), escucho a los mirlos enramados en los olivos. Se calientan al sol y alardean de su lujo con atronadores gorjeos. Vall d´Alba es un punto firme de la hostelería porque, además de lo dicho, tiene en la pedanía de La Barona varios restaurantes, con brasero de asar, de los muy visitables en familia o en pandilla de moteros o ciclistas.

El término de Cabanes es enorme, y por eso ya les anticipé el rosario de caminos, sierras, castillos, marjales, ermitas y calvarios que festonean su territorio. Conquistada a instancias del obispado de Tortosa, fue acumulando fortalezas y privilegios, y esos señores mitrados mantuvieron largos pleitos con los monjes guerreros del Temple. Ya los había mucho antes, en tiempos del Cid, sólo que entonces eran musulmanes. Esta vez no pude ver la ermita fortificada de Albalat, pero les contaré en otro momento.