¿Existen los lugares desconocidos, o solo existen para quien no mira? El Condado de Tea, en Galicia, tiene suelos de granito y pizarra base. Su fisonomía es abrupta. Pequeños valles surcados por ríos vivos y sedosos. Ocupa parte de la Denominación de Origen Rías Baixas, y allí la viticultura es parte de la historia. De la misma manera que el Miño y su brazo que busca el Atlántico surca el rostro húmedo de la Galicia de interior.

Como si de un lienzo se tratara las viñas se hermanan con sus formas, colores e ineludiblemente con su personalidad. Las variedades que ocupan sus suelos son diversas, y en Arbastrum encontramos algunas de las más singulares que se producen en Galicia.

A la trilogía clásica del Albariño, Loureiro, Treixadura, aquí se unen también racimos de Godello y de Torrontés, pero no del que ahora pensamos por su elaboración en Argentina, sino de la que ha formado siempre parte en estas tierras.

Mientras que el 70% de la personalidad de ARBASTRUM procede de la Albariña, una uva autóctona que impregna el mapa gallego de esos racimos pequeños, el juego de uvas restantes convierte a este vino en una potente enumeración de aromas que desde la manzana y el rosal, nos llevan hacia paisajes agradables donde el frescor es continuo y la vida es una sucesión de verdes.

La finalidad de los vinos es ocupar una transición breve, pero inolvidable, en nuestros recuerdos. Es plantarse en nuestra memoria. Y así formar parte de nuestro conocimiento y de nuestra vida.

La complejidad que ofrece ARBASTRUM camina entre una tradición reconocida por la utilización por la uva que designa localización, y la vía novedosa de incorporar caminos que hagan más brillante y luminoso el espacio que vamos a transitar.

Si la Treixadura aporta una acidez amanzanada, la Godello nos aproxima cierta estructura glicérica. Con lo que los resultados que nos encontramos abren una vía de vinos ejecutados certeramente que se unen a los caminos que trae el futuro a la viticultura. Donde verdad y técnica se conjugan, para extraer la fuerza del territorio y apaciguar, si hiciera falta, las exaltaciones y personalidades poderosas.

Su paso por boca es franco, dejando un reguero de sorpresas que nos hacen detener nuestro beber y prestar atención a qué es lo que estamos bebiendo. Hay sustancia en este vino. Y una armonía de equilibrios donde se ven respetadas las variedades que han participado en su creación.

ARBASTRUM muestra no solo un paisaje real, sino también muestra un concepto envolvente tan próximo en Galicia, donde lo minúsculo tiene mucha importancia y no puede dejarse de lado en la construcción del todo. El todo está formado por las diversas partes, y aunque aquí la geografía se muestra con un alma compleja, no hay choques finales en el resultado, sino una lectura que nos lleva a contemplar la construcción del vino como la construcción de un logro, donde el esfuerzo y el empeño siempre suponen un paso adelante en la creación de los trabajos propuestos por el hombre.