Las geografías tienen la magia de la peculiaridad. Por ello cuando se llegan a descubrir zonas que tienen que luchar contra el desconocimiento generalizado, por el público que solo prefiere lo reconocido y trillado, la alegría se trasforma en una defensa a ultranza del estas tierras, que ubicadas en la provincia de León, en su zona noroeste, llegan a tener una clara personalidad muy propia, otorgada por esa variante de micro terrenos que ofrecen posibilidades diversas, y que para los que han tenido fe en estos suelos, la recompensa de encontrarse con trabajos que comienzan a ser envidiados no solo en nuestro país, sino en zonas de producción enológica con más tradición. Bañados por múltiples regalos que ofrece el Sil, las vides que aquí encontramos llegan a ser de larga vida y edad contrastada.

Adquiriendo, por las características de la zona y de las montañas, notas atlánticas y notas mediterráneas, aprovechando por una parte la salinidad del Océano y la solaridad térmica que caracteriza las zonas mediterráneas.

El Bierzo es una caja de sorpresas repleta de hombres honrados y trabajadores, que están dando al panorama vinícola nacional unos aires hasta ahora no contemplados.

TOMBÚ 2011 está elaborada con una uva propia de estas zonas, autóctona, y que lejos de la seriedad que puede parecer ofrecen las viñas de gran envejecimiento, se muestra como un vino tan atractivo como amable de beber.

La Pietro Picudo, de racimo apretado y bayas como piñones, de piel negra azulada, procede de la zona llamada Pajares de Otero, con una altitud de 810 metros y con el peculiar método de crianza de la uva de la “rastra” que consiste en dejar que la vid crezca pegada al suelo, como si de un arbusto trepador se tratara. Además se practica el “madreo” durante la doble fermentación que se practica, que consiste en añadir racimos enteros y perfectamente sanos de la misma variedad, en cantidad de un 5% del volumen total a elaborar. Ésta técnica consigue que el vino alcance unos aromas magníficos, aquí claramente a frutas rojas, con una limpieza y alegría que nos impulsan a seguir disfrutando del vino mientras se muestra en su totalidad.

Su color agradece también ésta elaboración, propiciando un color fresco y exultante, de jovialidad, brillante en sus notas rojizas que denotan una salud encomiables. Su estructura también agradece ésta ancestral técnica, que durante mucho tiempo se ha hecho para “los claretes de aguja”, tan tradicionales en la boca, y que arí se muestran con una vitalidad envidiable.

Un rosado que más que dignificar a la categoría se convierte en un ejemplo de alegría y de por que hay que tener esperanzas en uvas tradicionales, que con una técnica adecuada, son capaces de llegar a resultados que nos embelesan y animan a seguir su juego.

Muchos matices vivos encontramos en este TOMBÚ 2011, una boca que se siente regalada por el frescor de la uva, la secreta mineralizad de la tierra, que aquí no pesa, pero expresa carácter. Un vino alegre que viene de una tierra con unas posibilidades extraordinarias, elaborado por una bodega, Dominio de Tarés, que ha comenzado el camino de expandir los buenos resultados que está llevando en el Bierzo hacia otras geografías.

Desde la primera vez que lo bebí, en el interior de la tierra, lo busco año a año con alegría. La que me trasmite en sus sorbos, y en sus generosos aromas. Vida jovial en colores inolvidables.