En vacaciones los horarios se relajan, las dietas, también, y tenemos pocas ganas de cocinar. Pero hay que tener cuidado: algunos de los clásicos veraniegos pueden ser una bomba para los niveles de colesterol y para aumentar el riesgo cardiovascular y de dolencias como la diabetes.

Barbacoas

Fiestas populares: se comen chistorra, choricitos, morcillas, salchichas, fritos y rebozados. Todo muy rico pero abundante en grasa saturada, que favorece el colesterol. Y cuando las carnes llegan al plato se acompañan de salsas que aumentan igualmente el riesgo cardiovascular por su alto contenido de grasas.

Una investigación coordinada por la Escuela de Salud Pública de Harvard (EE.UU.) recopiló los datos de dos grandes estudios epidemiológicos de larga duración y demostró que el consumo regular de carne roja, sobre todo procesada (como beicon o salchichas) se asocia a un mayor riesgo de muerte prematura, bien por algún tipo de cáncer o por enfermedad cardiovascular. Además, la L-carnitina, un compuesto abundante en las carnes rojas podría promover la arteriosclerosis, según un estudio publicado en la revista Nature Medicine -y, atención, este compuesto se agrega como complemento a muchas bebidas energéticas-.

La Fundación Española del Corazón recomienda disfrutar también de los pescados frescos de temporada, muchos de los cuales resultan perfectos para las barbacoas. El pescado azul, como el bonito o las sardinas, ayuda a reducir el colesterol por su gran cantidad de omega 3. Adelante con boquerones frescos o anchoas a la parrilla; eso sí, cuidado con los pescados en conserva o salazón, que tienen un alto contenido en sodio. Si no quiere renunciar a la carne en la barbacoa, añada más pollo y conejo. Otra opción son las parrilladas de verduras.

Pero, como en todo, abusar de las parrilladas conlleva sus riesgos: como explican desde el Instituto Nacional del Cáncer, se ha demostrado en diversos estudios que en la cocción a altas temperaturas de carnes y pescados (en la parrilla, la barbacoa o directamente en el fuego), se forman unas sustancias químicas que causan cambios en el ADN y pueden aumentar el riesgo de cáncer.

Bufets libres

El surtido que ofrecen muchos hoteles para desayunar es una tentación difícil de resistir. Huevos fritos, beicon, embutido, tacos de queso y después un cruasán o una ensaimadita€ Son muchas más calorías de las que se pueden asumir y alimentos con una elevada carga de grasa.

Un experimento realizado por Brian Wansink, investigador y nutricionista llamado el "Sherlock Holmes de la comida", confirmó esa expresión de que "comemos con los ojos". Analizó el comportamiento de más de un centenar de voluntarios a los que se repartió en dos tipos de bufet con los mismos alimentos pero presentados en orden inverso: había huevos con queso, patatas fritas, bacon, rollos de canela, muesli bajo en grasa, yogur bajo en grasa y fruta.

Más del 75% de los comensales se sirvió la comida que pasó en primer lugar. Es decir, la mayoría de los del bufet uno comieron, sobre todo, huevos con queso, patatas fritas y bacon, mientras que la mayoría de los del bufet dos, fruta, yogur y muesli. Así que ya saben: cuidado donde fijan la vista.

Helados

Los hechos a base de nata son deliciosos pero aportan más calorías, además contienen grasas saturadas, que aumentan el colesterol. Una opción es sustituirlos por un té helado, una horchata, un granizado o un sorbete, más ligero.

Café de sobremesa

Las personas que toman medicación para reducir los niveles de colesterol, específicamente las estatinas, tienen que tener cuidado con la cafeína, antagonista de los receptores de adenosina (necesarios para que actúen las estatinas).

Las tertulias de sobremesa favorecen el consumo excesivo de cafeína, pues al café del desayuno, se añade el de después de comer, el refresco de cola, el café con hielo a media tarde€ Según la Fundación Española del Corazón, es mejor acostumbrarse a las infusiones, como el té verde, rico en antioxidantes, que, con menta, pese a estar caliente, aporta frescor. También recomienda infusiones sin teína, pues esta puede elevar la tensión arterial.

Picoteo

En vacaciones son más habituales las comidas improvisadas tras una jornada de piscina, en un chiringuito de playa, en una salida al campo... Una tabla de patés y quesos, unas tapas, unas pizzas, unos bocadillos con embutidos... son caprichos que hacen la boca agua pero que no ayudan en nada a quienes tienen el colesterol alto. Asimismo, para las personas que sufren diabetes, demasiado descontrol en los horarios de comidas y en las cantidades les puede provocar más desequilibrio en sus niveles de glucosa. Improvisar algún día añade valor festivo a las vacaciones, pero es mejor que sea la excepción y no la norma.

Las cañas

Tenemos sed porque hace calor, nos sentimos deshidratados... y pedimos una cañita. Error. Los expertos recomiendan hidratarse sobre todo con agua o zumos frescos naturales y no con bebidas alcohólicas. Cuando ya se siente sed, se puede disfrutar del placer de una copa de vino o una cerveza, pues ya no hay riesgo de abusar sin darse cuenta.

Los cardiólogos tienen incluso un nombre para el aumento de las patologías coronarias en festividades importantes o en vacaciones, ligado al consumo excesivo de alcohol: le llaman el síndrome del corazón en vacaciones. Diversos estudios de la Universidad de Duke (EE.UU.) demostraron que el día de Navidad era el que registraba más muertes por fallo cardiaco de todo el año, seguido del 1 de enero.