El bacalao, en tiempos pasados considerado un pescado humilde, es hoy casi un lujo, porque si tiene calidad, su precio resulta considerable. Quizás por ello vuelven a estar de moda las recetas que consiguen maravillas con cantidades discretas de este sustancioso pescado.

Como los buñuelos. Todo un clásico de la cocina tradicional que apetece recordar no sólo porque es asequible sino también porque resulta francamente sabroso. No es de elaboración complicada, pero, como otros fritos, es difícil encontrarlo de calidad. Requiere un buen bacalao desalado y un frito bien hecho, algo que no resulta sencillo.

Existen versiones muy diversas de esta receta, pero esencialmente aportan bacalao desalado y desmigado mezclado con la masa de harina y huevo a la que se suele añadir perejil y ajo, entre otros ingredientes. Algunas fórmulas añaden bicarbonato. Otras, un poco de cerveza. Es, en definitiva, un plato recomendable, con un solo inconveniente: es poco digestivo. Pero si los ingredientes son de calidad y el frito es correcto, puede tomarse sin problema, acompañado de una buena ensalada.

- El bacalao debe estar correctamente desalado. Es un pescado ideal, excepto para quienes deben controlar la dosis de sodio de su dieta.

- Al freír, el aceite debe tener la temperatura adecuada. Si está demasiado frío, el buñuelo quedará empapado en aceite. Si humea, es que ya se está quemando y aporta sustancias poco recomendables.

- Es un alimento ideal para niños. Aporta proteínas de calidad y tiene una textura que les encanta. Es una buena manera de que los más pequeños tomen pescado.

- Los buñuelos serán más suaves sustituyendo la masa de harina y huevo por puré de patata hervida.