Una de las virtudes más aclamadas de la cocina japonesa es sin duda su ligereza. La utilización de grasas es mínima y en general se trata de una gastronomía poco energética, digestiva y altamente nutritiva. De ahí que encontrar tempuras, o sea, fritos entre sus platos más habituales resulte sorprendente.

Se dice que fueron los jesuitas en el siglo XV quienes introdujeron esta sabrosa cocción y desde entonces se utiliza para pescado, aves, carnes blancas y por supuesto verduras. Verduras cortadas en pequeños fragmentos y posteriormente rebozadas y fritas en aceite. En cualquier caso, el resultado es una fritura colorista y deliciosa que esconde bajo una capa crujiente un corazón vegetal y tierno. Es imprescindible, eso sí, tomarlas recién hechas. Y si además se aderezan con un poco de salsa de soja, mucho mejor.

En definitiva, una tempura es una forma muy atractiva de tomar verduras. Siempre que esté bien elaborado, este plato gana en sabor al simple hervido y conserva mejor los nutrientes de la verdura. En contrapartida, su aporte energético es mayor, por lo que es aconsejable no abusar de él.

- Una buena fórmula para elaborar una masa de rebozado para tempura es mezclar suavemente harina fría, agua helada y yema de huevo.

- Para que el frito sea saludable no deben mezclarse aceites, y mejor evitar que el aceite humee. El ideal es el de oliva, pero el de girasol o el de soja aportan un sabor más neutro.

-El frito preserva más los nutrientes que otros tipos de cocción más ligeros, como el asado o la ebullición. Por su sabor, es ideal para que los niños tomen verduras. Sólo hay que ser moderado con la cantidad.

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