Las creencias son la fuerza misteriosa que llevan al ser humano a realizar acciones que muchas veces incluyen la palabra prodigiosas. Hay quien mira el horizonte una y mil veces y no comprende que más allá se encuentra más vida. Que hay más mundo. Y los hay por el contrario quien ha mirado lo cercano y nunca ha visto el potencial que había en ese terreno una y mis veces radiografiado. Pero lo hay que mirando lo cercano ven lo infinito. Eso son los grandes, los que incitan al futuro. Los que emocionan, porque sus sones tienen ritmos que la tradición ya tarareaba, pero que solo ellos fueron capaces de entonar como era debido. Llegar en el momento justo. Hacer las cosas como había que hacerlas

A Toni Sarrión lo he visto algunas veces al pié de sus botellas, después de haber hecho el esfuerzo que supone la ingente obra de trasladar el sentimiento de un suelo a la expresión de ese líquido juguetón que es el vino. Desde su altura ha contemplado su geografía cercana, una y mil veces, y desde sus ojos de visionario ha tenido la fe y paciencia necesaria para llegar a la conclusión de que las tierras altas de Valencia, las que se elevan hasta los 900 metros y conforman la finca CALVESTRA, puedan recuperar la uva Meseguera y hacerla que lleve el peso en un vino moderno, complejo, y de andadura prudente.

MESTIZAJE 2011 es la conjunción de tres fuerzas. Por un lado la recuperación de la meseguera, una uva que sabe lo que significa aguantar la sed por la carencia del agua, que aquí se rodeada de almendros y del sentido de una mediterraneidad cálida pero alejada del mar, que sobre una tierra caliza se desarrollo en rigurosa agricultura ecológica, de respeto y de tratamiento de tú a tú a unos terrenos que durante su tiempo de crianza recibieron el frío del invierno pero sin humedades, llegando las lluvias en una primavera que se ha marcado por cierta frescura. Siendo los últimos meses antes de la cosecha de caluroso y seco reino de un sol potente y riguroso.

La Meseguera lleva un 63 % de la voz cantante en la personalidad de este vino donde las notas de cítricos perfuman contenidamente la nariz.

La segunda fortaleza se la entrega la Viognier (30%), para que haya una estructura que resista y dé cuerpo a la obra.

Mientras que aún en una aportación minúscula, el 7%, la Moscatel aporte un rayo meloso que participe junto a la robustez de la uva recuperada, y ofrezca una ventana expresiva a un vino que con una luminosidad serena nos deja un paso respetuoso y recordable, sin avasallar. Un paso por boca que habla de vinos del Mediterráneo, donde la luz y la miel se hacen presentes.

La creencia primigenia aquí reside en la búsqueda del equilibrio, mediante las opciones que tiene el viticultor. Dando a la tierra el respeto que merece, que unas veces consiste en dar y otra en quitar, para escuchar el crecimiento de la planta y poder extraer de ella ese poderío que siempre se encuentra en ella, y que muy pocos consiguen comprender y mostrar a través de sus trabajos.

Mustiguillo es una bodega ejemplar que ya había conseguido grandes logros con sus tintos, y que ahora nos ofrece una vía más autóctona en la consecución de blancos. No de blancos que vivirán larga vida, sino que mostraran su personalidad durante los dos o tres años de vida para los que son elaborados.

Aquí no hay más magia que el respeto y el equilibrio. Y eso me muestra en la copa, donde MUSTIGILLO 2011 devuelve el sabor de una tradición largamente olvidada.