El secreto del flamenco se lleva en las manos

El maestro Vicente Amigo inaugura la temporada de ‘Les Arts és Flamenco’ con un bellísimo recital de sus grandes temas como 'Campo de la verdad', 'Las cuatro lunas', 'Roma' o 'Maestro Sanlúcar'

Rafael de Utrera destacó en el cante, tan puro como arrebatado en todos los palos que interpretó

El maestro Vicente Amigo durante su concierto el pasado viernes en Les Arts

El maestro Vicente Amigo durante su concierto el pasado viernes en Les Arts / Mikel Ponce/LesArts

Jaime Roch

Jaime Roch

El secreto del flamenco se lleva en las manos, en el tacto de los dedos, en las muñecas y en el corazón de los que son portadores de su misterio. Y no hay manos más prodigiosas que las de Vicente Amigo cuando coge la guitarra, una prolongación de sus extremidades superiores, una parte insoslayable ya de su cuerpo que traía el destello de lo que solamente está hecho para alojarse en la memoria, más allá de las horas de la vida.

Simplemente porque el flamenco nace en ellas como uno de los más expresivos y misteriosos artes. Y a ello hay que sumar que el maestro nacido en Guadalcanal (Sevilla) es el más popular de las guitarras actuales. Prueba de ello fue el lleno en el Auditori del Palau de Les Arts, con 1.500 personas que acudieron al estreno de la temporada de ‘Les Arts és Flamenco’.

Heredero universal

Precisamente, sus manos parecían de ángel. Pero eran unas manos de un ángel de carne y hueso, delicadas y expresivas, dulces y alojativas, como si no fueran de este mundo. En ellas, todo era un espectáculo, un verdadero acontecimiento: la manera tan sonora de rasgar las cuerdas, de entregarse al toque de cada palo -incluso haciéndose daño en las uñas- y de moverse tan displicentemente adormiladas, como si cifraran y descifraran en el aire invisibles crucigramas que desvelaban ante nuestros ojos el misterio del flamenco

Vicente Amigo, sentido, tras finalizar un tema.

Vicente Amigo, sentido, tras finalizar un tema. / Mikel Ponce/Les Arts

En ellas también habitaba la gracia inocente de su infancia, esa misma que le convirtió en heredero universal de Paco de Lucía o Manolo Sanlúcar, sus maestros desde siempre. Ellas solas daban la oportunidad de elaborar un ritual, de solemnizar el concierto, de convertirlo en un tiempo especial, maravilloso. Allí en Les Arts no había otro mundo que aquel que creaban sus manos frente a nuestros ojos. Allí acabábamos entendiendo que Vicente Amigo no hubiera sabido contar su historia sin el prodigio de sus manos y de sus dedos, en los que verdaderamente descansa su eternidad, nuestras almas en definitiva. 

Los temas del recital

En el bellísimo recital ofreció los grandes temas de su último disco 'Memoria de los Sentidos' (2017) como Las cuatro lunas -dedicada a Alejandro Talavante-, Amoralí, Sevilla o Réquiem, un homenaje al maestro Paco de Lucía y acompañado con un grito de "Viva Paco" desde las butacas.

Tampoco faltó su preciosa Roma, la taranta Callejón de la Luna, la soleá Tío Arango, la bulería Campo de la verdad -inspirada en José Tomás-, o las alegrías dedicadas al Maestro Sanlúcar que se las pidieron desde el público y no dudó en ofrecerlas. En todas ellas -todo hay que decirlo- también destacó Rafael de Utrera en el cante, tan puro como arrebatado.

Así que las manos de Vicente Amigo, que tienen una fisonomía completamente diferente por las noches que el resto de la mañana, ese día hablaban el lenguaje de la pasión y muchas veces no somos capaces de entender ni de calibrar su importancia cuando lo vemos, pero es también el lenguaje de la vida. Porque vivir sin pasión no es vivir. 

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