Lo mejor que tienen las últimas, múltiples y dispares series que se estrenan con el sello de J.J. Abrams es que no hacen sino engrandecer el recuerdo de 'Perdidos', la última serie de televisión convertida en auténtico fenómeno global, planetario y de masas.

Y quizá ese sea el problema que no me deja disfrutar lo que me gustaría, por ejemplo del estreno de 'Alcatraz', lo ultimísimo de uno de los grandes gurús de la televisión del siglo XXI.

Factura impecable y una historia a priori interesante (la prisión de Alcatraz no habría sido cerrada por obsolescencia, en su momento, sino porque un fenómeno inexplicable hizo desaparecer a todos sus prisioneros y guardianes… y, uno a uno, empiezan a aparecer el la Roca, en pleno siglo XXI, después de que el secreto haya permanecido sellado estos años), recursos visuales interesantes -como ese cerrarse las rejas de la prisión al cambiar de espacio temporal- un reparto adecuado, pero…

En todos los productos de Abrams hay peros, desde 'Perdidos'. Ya los había en la Isla, claro. Pero para entonces ya estábamos irremisiblemente enganchados a las peripecias de los No-muertos del vuelo 815 de la Oceanic y los guionistas, aunque hubiera veces en que parecían trabajar bajo los efectos de poderosos psicotrópicos, podían hacer con nosotros lo que querían.

Pero eso ya no ha vuelto a pasar y, ni 'Fringe', 'Person of interest' o 'Alcatraz' han vuelto, no ya a subyugarnos, sino siquiera a fidelizarnos frente a la pantalla.

En el neo-universo catódico del siglo XXI hay dos tipos de series: las de fondo, en las que cada capítulo es como el diente de una dentadura perfecta, hasta el punto de que, si falla uno, se resiente todo el conjunto. Y las series con episodios autoconclusivos que, o son extremadamente buenas ('Boston legal', 'The good wife', 'House'…) o terminan cansando.

'Alcatraz', mucho me temo que va a ser de éstas: si dejas de ver un episodio, no pasa nada. Y si dejas de ver otro, tampoco. O, lo que resulta equivalente: si dejas de ver la serie entera, ¡no la echarás de menos!

Da lo mismo que al entrañable Jorge García le hayan construido un personaje a medida o que la policía protagonista, esa rubita con cara de niña, no resulte todo lo estomagante que podría parecer. No importa que Sam Neill aporte su descreída mueca torcida al tipo del FBI del que no nos terminamos de fiar o que una silenciosa mujer hindú interprete a una misteriosa doctora.

Al final, lo mejor de 'Alcatraz' son los segmentos carcelarios de los años sesenta, la relación del alcaide con los presos o la siempre repulsiva actitud de algunos guardias sádicos o corruptos. O sea, lo mejor de 'Alcatraz' es lo que siempre nos ha gustado de las películas clásicas de cárceles, un género en sí mismo.

La pregunta sería, por tanto, ¿hacían falta las misteriosas alforjas de la posmodernidad que se le suponen a JJ Abrams para hacer este proyecto de viaje a ninguna parte?

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