Principio obligado: Enhorabuena por las Palmas de Oro y Plata en San Sebastián. Y, personalmente, por esa Magical Girl con la que se ha colocado de golpe bajo los focos del cine mundial. Pasar de un estreno en Filmin con Diamond Flash a triunfar así con el segundo debe de ser incluso traumático...

Muchas gracias. Sí, la verdad es que todo ha sido un poco raro. Lo que pasa es que como el proceso ha sido tan largo desde que empezamos a planificar la película... Y de repente te ves recogiendo la Concha en San Sebastián. Bueno, es todo un agobio, pero vamos recuperando poco a poco la normalidad y pensando en lo de siempre, en hacer películas y ya está.

¿Cómo fue ese proceso?

Todo nace del guión. A medida que va creciendo, hay gente que se va interesando, y cuando entran los actores se interesan otros inversores...Pero sí, fue un poco el estreno de Diamond Flash en Filmin lo que también despertó un poco el interés.

He leído que había enviado ese guión de Diamond Flash a varias productoras y ni siquiera obtuvo respuesta. ¿Es cierto?

No exactamente. En realidad, sólo se lo envié a Sayaka, que es la productora de Borja Cobeaga, Nacho Vigalondo... Y tampoco es que estuviera mucho. Se lo pasé por si querían leerlo, pero estaban muy liados y al cabo de un mes yo ya estaba metiéndome en la preproducción. También era una película que quería hacer por mi cuenta, no quería que se convirtiera en algo que yo no pudiera manejar. Así que, bueno, me decidí a rodarla yo.

En mi opinión, las dos películas tienen mucho en común: temas, ritmos, planos, elipsis, silencios, vidas cruzadas...

Sí, porque a mí hay un tipo de cine que me interesa. Un cine que me gusta ver y hacer. Sale un poco solo, por cómo te gusta planificar, el ritmo que de la película... Y al final uno tiene que hacer lo que quiere, las decisiones que toma no deben supeditarse a un presupuesto. En el caso de Diamond Flash hay ajustes evidentemente debidos al presupuesto, pero en Magical Girl quiero que las decisiones sean personales, producto de una voluntad creativa. Quiero decir que sí es verdad esa unidad de la que hablas, pero en Magical Girl está de una manera más depurada, más elaborada, completamente consciente. Esto no quiere decir que en la siguiente película investigue otros caminos, pero sí es verdad que existe una esencia, una manera de rodar, siempre y cuando te dejes llevar, y yo me dejo llevar por mi manera de entender la narrativa, que es muy intuitiva.

Una narrativa que, entre otras cosas, va presentando fragmentos de vidas que se entrelazan hasta que el puzle se completa en la mente del espectador... ¿Así ve usted la realidad o, al contrario, es su manera de transformarla en un artefacto, en arte?

No lo sé... Me interesan mucho los diferentes puntos de vista sobre una misma historia. Hay historias maravillosas con tramas únicas, pero a mí me gustan las perspectivas, las paradojas: un personaje puede ser un héroe en determinada circunstancia y un villano en otra...

Ahí se puede llegar por muchos y muy diferentes caminos... En su caso, dos películas, dos rutas...

Sí. En el caso de Diamond Flashlo hice contando tres historias distintas; en cambio ahora, en Magical Girl, con una sola, pero narrada desde diferentes emociones, colocando en cada momento a un personaje en lugares diferentes, de modo que en un caso es protagonista y en otro es secundario... Eso me gusta mucho, sobre todo, por las relaciones que se establecen entre la narrativa y la moral de los personajes.

¿Quizá también porque además así le deja sitio al azar?

Claro. En este sentido, me gusta pensar, humildemente, que los creadores de historias no estamos omnipresentes en ellas, no tenemos el control absoluto de lo que sucede, porque tampoco conocemos hasta el fondo de nuestros personajes ni de la propia historia. Sí, me gusta dejar cosas sueltas porque la vida es así, porque no conocemos todas las circunstancias que influyen en la gente y lo que le sucede. Por ejemplo, tampoco tenemos por qué conocer su pasado. Es el caso del personaje de José Sacristán en Magical Girl: no sabemos por qué estaba en la cárcel...

En realidad, no dominamos, somos dominados...

Claro, claro, nos dominan las circunstancias. Y la sombra de las circunstancias de los demás. Me interesa eso, que el espectador entienda que en este mundo es mucho más lo que desconocemos que lo conocido. Luego, hay espectadores, o lectores, que agradecen esa confianza del director o del escritor, y hay otros que no, que no lo entienden o a los que, sencillamente, no les apetece sumergirse en esas sugerencias, en esos vacíos, sino que prefieren que suceda todo lo que tenga que suceder, saber todo lo que hay que saber...

Tráiler oficial de 'Magical Girl'.

¿Se refiere a esa pereza mental propiciada en buena medida por el cine de Hollywood, que lo da todo digerido?

Sí. Pero de hecho yo no pido en Magical Girl que el espectador tenga que inventarse el pasado de Sacristán que le llevó a la cárcel. No es una cuestión intelectual que te obligue a pensar y sacar tus conclusiones. Todo es emocional. El espectador no sabe qué paso, pero sí tiene que sentir que pasó algo. Como tampoco tiene que conocer el pasado del personaje de Bárbara, por qué tiene el cuerpo como lo tiene...

Así es, hasta el punto de que se podría decir que en Magical Girl hay unas cuantas películas agazapadas detrás de lo que no está explícito en ésta...

Exacto. Pero, claro, yo tampoco sé qué películas son esas. Esos misterios, esas elipsis son emocionales. Nadie sabe qué pasó, pero sí que fue algo importante. Por eso creo que Magical Girl es una película muy emocional. Tiene algo intelectual en cuanto se refiere a ciertas pistas obvias en la trama, necesarias para comprender algunos símbolos y elementos, pero los misterios realmente importantes, los que condicionan de verdad la película, esos son emocionales. Yo no quiero que el espectador imagine, quiero que sienta. En Hollywood es diferente, no te puedes permitir tanto riesgo a nivel narrativo o de guión, necesitas que mucha gente vaya a ver la película porque se invierte mucho dinero.

¿Está diciendo que usted renuncia de mano y voluntariamente a una parte del público?

Es complicado. No es que quiera renunciar a una parte del público, es que quiero enamorar al que vaya a ver mis películas. Y soy consciente de que el enamorar a una parte del público significa necesariamente dejar a otra parte fuera. Y no es que quiera dejar a nadie fuera, pero sé que hay un tipo de espectador con el que se puede conectar de manera muy honrada y muy profunda, y otro que no.

Emociones... Pero todas ellas nacen de unas historias tan duras como reales. Todo un juego de tensiones...

Para mí, las películas tienen que ser entretenidas, en el sentido menos peyorativo de la palabra. Tienen que tensionar, mantener el interés del espectador. Así que las películas necesitan un tema, saber qué hace la gente. Y en mis películas sabes eso, pero quizá no lo que ha sucedido antes, o lo que sucederá después... Tienen tramas sencillas, comprensibles, son clásicas en este sentido. Lo que provoca las emociones en mis películas son las crisis: deseos de alguien que entran en conflictos con los deseos de otro. Tramas sencillas, para personajes complejos.

La universalidad de lo íntimo...

Efectivamente, partir de hechos que todo el mundo vive y entiende. En este sentido, Magical Girl no es en absoluto una película confusa, extraña... Son los personajes los que aportan sus particulares complejidades, pero a partir de sentimientos que tenemos todos: el amor, el odio, deseo de venganza... Tan básicos como potentes. Pero usted los contiene. Incluso los momentos de gran tensión sexual, de violencia extrema... Todo se sugiere, nada se explicita.

¿Pensando quizá que hay más terror en la potencia que en el acto?

Efectivamente, sí. Y sucede lo mismo en Diamond Flash. Ahora vengo de Sitges. Allí se ven cosas terroríficas en la pantalla. Y la gente aplaude... Pero yo creo que el poder del cine no es lo que muestras, sino cómo lo muestras, tu capacidad para convecer al espectador de qué es y qué no es terrorífico. Eres tú como director quien lo decide. Tener durante nueve minutos a una persona atada a una silla, desnuda, con su captor enfrente y armado con unos alicates, es mucho más terrorífico que mostrar directamente un acto de tortura.

Magical Girl. O el Mundo, el Demonio y la Carne. Filosofía. Religión: Los enemigos del alma...

Muchas cosas nacen de simples caprichos o gustos que van adquiriendo forma y construyendo la película poco a poco. Por ejemplo, a mí me gustan mucho Los Brincos, que tienen un disco titulado Mundo, Demonio y Carne. Yo escuchaba la canción y después empecé a pensar en eso como en los enemigos del alma. Y pensé en la construcción de los personajes a través de esas pinceladas. El Mundo, el Demonio y la Carne son los enemigos de los tres personajes protagonistas. En el caso de Luis [Luis Bermejo], su enemigo es el mundo: el dinero, la incapacidad de comprar lo que quiere o necesita. En el caso de Bárbara [Bárbara Lennie], su enemigo directo es el demonio, ese mal que tiene y no sabe dónde reside, que no sabe gestionar. Y en el caso de Damián [José Sacristán] el enemigo es la carne... Pero ya digo, muchas veces las cosas vienen de ideas peregrinas, de pequeños detalles, de algo que ves en un bar, de una canción que te gusta..., y a partir de ahí crecen y toman forma y sentido.

Las actuales circunstancias son propicias para volver a lo social, que encierra el peligro del maniqueísmo. Usted parece querer mostrar que en cada uno de nosotros conviven el monstruo y el ángel, y que incluso el monstruo tiene derecho a ser comprendido.

Claro. Antes decías eso de que Hollywood nos educa... Una de las cosas que hace es enseñarnos a juzgar siempre a los personajes, de manera que se coloca al espectador en un nivel muy primario. Pero cuando yo veía películas de Almodóvar o de Tarantino, pensaba que en sus personajes había algo más. No, no me interesa juzgar a los personajes, me parece fácil y cobarde. Hay que intentar comprender incluso cómo y por qué el mayor villano a llegado a ser como es. Hay quien introduce al elemento maligno para potenciar al héroe, a mí me interesa que de pronto ese personaje tenga su propio peso y su historia, no juzgarlo.

Ya que menciona a Almodóvar y Tarantino, recuerdo ahora que tampoco hace ascos a los guiños. En Magical Girl la referencia al cómic es evidente. Y ya en Diamond Flash sacó dos carteles, de películas Lelouch y de Fernán Gómez...

Sí, guiños a las cosas que me gustan. En mi caso, el cine tiene un componente muy placentero y me gusta integrar todo lo que me interesa: lo social, lo narrativo, lo cinéfilo, lo que no tiene que ver con el cine... El cine me nace de una pulsión muy placentera, de las ganas de hacer las películas que a mí me gustaría ver. Decía Kurosawa que las obras maestras, además de por maestras, lo son por entretenidas.

¿Y ahora qué? ¿No siente el vacío bajo los pies después de ganar dos Conchas de Oro con una segunda película?

Sí, es verdad. El día después de recoger el premio sentí una especie de vacío, ese ahora qué voy a hacer. Pero bueno, poco a poco vas volviendo... La solución está en regresar a la rutina, al barrio, a la gente... Reecontrarte con la rutina para olvidar los premios y disfrutar otra vez con lo que te gusta. Así, poco a poco, sentiré esa necesidad de volver a escribir, de empezar con otro proyecto. Necesidad, que no urgencia...

¿No está ya metido en algo?

No, no quiero que se convierta en una urgencia, sobre todo, porque yo nunca he hecho cine así. Yo me dedicaba a otras cosas más lucrativas y las dejé por el cine. No quiero entrar en una maquinaria que me sobrepase. Si eso sucede, supongo que lo dejaré.

Dejó la tele y la publicidad...

Sí, sacrifiqué bastantes cosas para poder hacer esto y no quiero que se convierta en una carga, sino que sea algo que me proporcione mucha felicidad.