Marta Etura (San Sebastian, 1978) descoloca en la distancia corta: una estrella ya consagrada del cine español, desprovista de cualquier indicio de megalomanía, no es algo demasiado habitual. Discreta (poco se ha sabido de su vida sentimental hasta hace escasos meses, por ejemplo), accesible y sencilla, aparece con un vestido negro, sin mangas, protegiéndose de la brisa con una chaqueta ligera, de color caqui.

Poco maquillada: únicamente, un carmín rosado y las pestanas perfiladas, que resaltan, todavía más, unos profundos y expresivos ojos verdes.

La última película que ha estrenado, Los últimos días, de Álex Pastor, es de tono apocalíptico, ciencia ficción con gran despliegue de medios. ¿El cine español se está quitando los complejos?

Totalmente. Me alegro muchísimo de que haya directores valientes y tener la suerte de trabajar con ellos. Como los hermanos [Alex y David] Pastor, o Kike Maíllo, directores muy jóvenes, que saben mucho de cine, de su lenguaje, y que no tienen pudor en hacer géneros que no nos atrevíamos a tocar hasta ahora en España porque creíamos que no podíamos hacerlos.

Y que son viables, según se ha demostrado.

Absolutamente. ! Mira la película que ha hecho Jota! [Juan Antonio Bayona, director de Lo imposible]. Puede que este caso sea un poco especial, porque al final entro dinero americano, pero da igual, porque el ciento por ciento del equipo técnico de la película es español.

Y la materia primera está...

¡Todo el equipo de Lo imposible es español! Si te quedas a leer los títulos de crédito, son todos apellidos españoles. Y eso me produjo una ilusión enorme, porque, como me apasiona mi trabajo, me hace feliz demostrar a la gente que tenemos mucho talento en este país y, como bien dices, la posibilidad de hacer cualquier tipo de cine.

Su papel en la película es corto, pero intenso.

Es un personaje muy chiquitito, pero fui feliz de formar parte de un proyecto tan increíble. Y, como dices, es un personaje... Jota me escribió una carta, que le agradecí un montón, en la que me decía que sentía ofrecerme un personaje tan pequeñito, pero en la que me advertía de que para e era importante porque representaba a las víctimas que murieron por el tsunami. Así como ella [el personaje principal, interpretado por Naomi Watts] representa a quienes se salvaron, Simón [el papel de Etura, una herida de muerte sobre una camilla en un improvisado hospital] representa a quienes se quedaron ahí, a quienes no pudieron contarlo. Así que, simbólicamente, era un personaje importante.

¿Ha menguado el amor que dice sentir por el mar tras rodar la película?

No, no. Pero si te diré que le tengo mucho respeto...

Lo que significa que entiende de navegación...

Si, exacto. Mi padre es capitán de barco y he salido a navegar muchas veces. El vendió barcos durante toda su vida. Conozco el mar y me enseno a tenerle respeto, pero, aun así, me encanta y me meto en el agua en cuanto puedo. Pero siempre recordare que tras un viaje de más de 20 horas desde Nueva York, y al llegar a Tailandia, donde estuvimos en el mismo hotel [en el que reside la familia protagonista cuando les golpea la tragedia], lo primero que hizo Jota fue darme el documental sobre el tsumani de 2004 y me quede impactadisima. Me fui a la playa, me quede frente al mar y reconozco que tuve una sensación que no había tenido nunca.

Como vicepresidenta de la Academia está viviendo también lo que es la industria desde dentro, sus entrañas. ¿Qué le falta al cine español para eclosionar?

Creo que concurren varios factores. Hay un sector de la población que no va a ver cine español. Muy injustamente, porque lo tienen prejuzgado...

Parte de culpa tendrán muchas de las mediocres producciones de las últimas décadas...

El error, en mi opinión, es hablar de cine español, porque el cine no debería tener nacionalidad, no deberíamos verlo desde ese punto de vista. En España hay mucho talento, y si es verdad que hemos hecho películas muy malas, pero las hay en todas las cinematografías del mundo.

Se me ocurre recordar al recientemente fallecido Alfredo Landa, que hizo papelones tremendos y películas para olvidar. Y se le recuerda sobre todo por estas últimas.

¡Era un actorazo! Las películas de esa época, del destape, fueron fruto de una situación histórica. El ser humano siempre tiende a los extremos, y en este caso, como antes no se podía ensenar nada, pasaron a ensenarlo todo porque si, ¡al pedo! (risas). Fue un error, pero forma parte de nuestra historia. ¡Pero de la misma manera que estaban esas películas, también teníamos a Buñuel, Berlanga, Fernán Gomez...! El cine necesita quitarse de encima a la gente que prejuzga.

No debe de ser fácil eliminar complejos tantos años cultivados...

Fuera complejos, porque en todo el mundo se han hecho malas, buenas y buenísimas películas. El arte, además... Siempre pongo el mismo ejemplo: ¿cuántos libros se escriben al ano y cuantos buenos salen?

Ha hecho ahora sus pinitos como directora en una obra de teatro. ¿Para cuándo el cine?

No me lo he propuesto. Me encantaría algún día, pero primero creo que tienes que tener una historia que contar, y yo todavía no la tengo. Puedo tener ideas, pero me parece fundamental saber que contar y desde que punto de vista quieres contarlo. Y luego hacer una película... !Uf, es muy difícil!

Por cierto, cada vez que un actor se posiciona políticamente se arma una buena.

No sé. Creo que en esta sociedad no se acepta bien la crítica, que esta vista como algo negativo, cuando es positiva, fundamental para el crecimiento del individuo y la sociedad. Estudie en una escuela en la que, después de hacer una escena, la maestra hacia primero una crítica sobre tu trabajo y luego la hacia el grupo de compañeros. Y gracias a eso volvías al día siguiente con una propuesta mejor. Y además la critica forma parte de nuestro trabajo, porque desde que el mundo es mundo los autores, y solo hay que recordar a los clásicos, al teatro en Grecia y Roma, se dedicaban a criticar a los gobiernos y los sistemas de poder. Como algo natural, para mejorar.