A Agustín Díaz Yanes (Madrid,1950) le han bastado cinco películas (director y guionista) para convertirse en un nombre imprescindible del cine español. Se hizo con dos Goya con su primer filme, ´Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto´ (1995).

-No ha rodado muchas películas. ¿Por qué tanto tiempo entre un título y otro?

-He sido siempre muy tranquilo y, quizá, me he equivocado. Me arrepiento un poco, porque podía haber hecho alguna más. Soy lento.

-Era ya un guionista de prestigio cuando rodó "Nadie hablará...".Tenía 45 años. ¿Por qué esperó tanto?

-Jamás pensé en ser director. Empecé como guionista y estaba convencido de que así iba a seguir, pero me di cuenta que era casi imposible vivir en España siendo guionista. En ese tiempo conocí a Rafael Azcona, el gran maestro, que sí vivía de ello, pero yo no era él. Ocurrió que le pasé el guión de "Nadie hablará..." a Victoria Abril y me dijo que lo hacía si yo dirigía la película. Fue casualidad y que me fueron empujando unos y otros.

-¿Qué le interesa más, la escritura o la dirección?

-Cuando estoy con el guión, me gusta más dirigir, y viceversa. Dirigir es más divertido, aunque la palabra no sea la adecuada. Ser guionista es demasiado solitario.

-Ángeles González-Sinde, también directora y guionista, ha dicho en el FICX que el guionista es el eslabón débil de la cadena.

-Es cierto. En España hay mucho desprecio hacia el trabajo del guionista. No posee el estatus que tiene en otros países, Francia o Inglaterra, no digamos ya Estados Unidos. Aquí todo el mundo piensa que escribir es fácil.

-¿Cómo se ve esa situación desde ALMA, la asociación de guionistas, de la que usted es presidente honorífico?

-He puesto mucha voluntad ahí. Sigue siendo una profesión que cuenta poco, mientras que los creadores de las grandes series norteamericanas son megaestrellas; la idea es lo principal.

-Curiosamente el FICX tiene un taller de guión muy seguido.

-Escribir es lo más barato, mientras que hacer películas es muy caro. Comprendo que los chavales quieran ser guionistas, porque de ahí salen las ideas de las grandes películas o de las series de televisión. Pero en España es jodido, aunque sea un oficio muy bueno, creativo. No sé qué vamos a hacer con toda esta gente de los talleres.

-¿Fue difícil reunir a Penélope Cruz y a Victoria Abril en "Sin noticias de Dios"?

-No. Fue una época muy buena. Victoria era amiga íntima y con Penélope no tuve problema, al revés; ahora sería más difícil. Fue fantástico. ConVictoria ya había rodado, y con Penélope, que es muy educada, fue una maravilla. Es una delicia rodar con ella, con la que tengo ganas de volver a trabajar.

-¿Qué le tentó de «Alatriste»?

-Todo. Era la oportunidad, que no tenías en España, de hacer una gran película histórica: el presupuesto correcto; el actor adecuado, que era Viggo (Mortensen), y el material idóneo, las novelas de Arturo (Pérez-Reverte). Tenía el dinero suficiente para recrear un mundo histórico, que aquí es siempre muy complicado porque es muy caro. Es la película que más me ha gustado rodar, por todo lo que movía.

-¿El cine español está tan mal como dicen, y con la subida del IVA mucho más?

-La subida del IVA ha sido horrorosa para todo el mundo cultural; creo que lo saben hasta los que lo han subido. Quitando «Lo imposible», de Bayona, lo demás se está resintiendo y va a costar mucho mantenerse. El cine español había alcanzado un prestigio internacional y podemos entrar en un bajonazo duro. No soy optimista.