El cine francés sigue llegando en oleadas a las pantallas españolas. Avalada por dos premios César (guión original y actriz: Sara Forestier), 'Los nombres del amor', es la segunda comedia romántica de Michel Leclerc

Los nombres del amor, una comedia, como su primera película, J´invente rien [de 2006 y no estrenada en España] ¿Por qué?

Michel Leclerc—: Al hablar de uno mismo, o al menos cuando se desea utilizar material autobiográfico, el humor te permite dar un paso atrás para evitar la indulgencia narcisista. Para hablar de uno mismo y ganar seguridad, debes burlarte de ti mismo, para que otros puedan entrar en la historia. Esa es la razón principal por la que hago comedias: me parece la única manera elegante de hablar de asuntos personales sin llegar a ser autoabsorbente.

¿Cuáles son sus influencias?

ML—: En una reciente entrevista, Woody Allen lamentó el hecho de que los cineastas jóvenes se inspiren más en Scorsese y Tarantino que en él mismo. Sin embargo, yo he estado durante años tratando desesperadamente de inspirarme en él, especialmente, por Annie Hall, y Días de radio en Los nombres del amor ; pero nadie se da cuenta. Mi objetivo final sería copiar todas sus películas, una por una, pero me temo que no voy a vivir el tiempo suficiente para hacerlo. En realidad, y esto es secreto, tengo la esperanza de que acabe por demandarme por plagio y así tenga la oportunidad de conocerle personalmente.

¿Cómo comienza la aventura de Los nombres del amor?

ML—: Cuando conocí a Baya [Baya Kasmi. En la ficción, Baya Benmahmoud, interpretada por Sara

Forestier], hace casi diez años, me dijo su nombre y yo le contesté: «¿Es brasileño?» Y ella respondió: «No, es argelino». Después me preguntó mi nombre, y cuando se lo dije, me respondió: «¡Al menos, tú puedes decir de dónde es!». Así que el punto de partida de la película coincide con el punto de partida de nuestra relación personal.

Baya Kasmi—: Hemos querido responder a esa línea de razonamiento determinista acerca de la identidad y las diferentes comunidades, a las que no podemos soportar, pero no sabemos por qué.

ML—: En Francia, la cuestión del origen es complicada y obsesiva. ¿Cómo te mantienes fiel a tus raíces sin necesidad de ser parte de la mentalidad de la comunidad? ¿Cómo puede uno ser ateo sin renunciar a sus orígenes? Estamos fascinados con estas preguntas.

¿Así que la película es profundamente autobiográfica?

ML—: Sí, porque estuvimos contándonos mutuamente historias sobre nuestras familias y, a pesar de nuestras diferencias, nos dimos cuenta de las similitudes en ciertas neurosis y obsesiones de nuestros padres. Básicamente, el desarrollo de las relaciones amorosas depende mucho más del entorno familiar que del supuesto sentido de pertenencia a una comunidad.

Arthur Martin [personaje interpretado por Jacques Gamblin] se define a sí mismo como mejor que ningún otro, pero sin estar entre lo más selecto del mercado..

ML: Me encantan los personajes que son demasiado estrictos como para resultar simpáticos, y cuya inflexibilidad termina por convertirles en asociales. Arthur es uno de esos hombres que tienen un sentido muy estricto de la moral (algo rígido, incluso), lo que le impide hacer concesiones. Nos gustó la idea de tener un personaje tan serio y sin sentido del humor en una comedia.

¿Cómo se le ocurrió la idea de hacer de Arthur un ornitólogo que trabaja en la oficina francesa de Enfermedades Animales?

ML: Buscamos una profesión que reflejase su naturaleza obsesiva. El principio de tomar todo tipo de precauciones para minimizar posibles riesgos se corresponde con su filosofía de vida personal, hasta el punto de que él ha hecho carrera con él.

BK—: Cuando investigamos esta profesión, nos dimos cuenta de que podría haber muchas similitudes con su tipo de personalidad. Por ejemplo, nos enteramos de que, en caso de riesgo de gripe aviar, su trabajo consistiría en primer lugar en dar la orden de acabar con todos los pollos mediante una asfixia con gas. Obviamente, encontramos ahí un reflejo de los problemas y las preocupaciones de Arthur.

Baya rechaza totalmente cualquier tipo de compromiso...

ML—: Baya es un personaje valiente. Ella cree que siempre es mejor tomar medidas, incluso erróneas, antes que no hacer nada en absoluto. Es una activista que cree que sus acciones pueden cambiar el mundo. Pero lo que la hace especial es que no hace ninguna distinción entre su compromiso político y su compromiso personal, ya que ¡duerme con sus enemigos políticos! Es un personaje con una mentalidad propia.

BK—: Es también el tipo de persona que simplifica las cosas por necesidad.

El mundo actual es tan complejo, que debe tener un enfoque claro y seguirlo. Eso es lo que le hace decir cosas ridículas a veces, como «los izquierdistas están bien y los derechistas son todos fascistas», sin haberse sentido nunca avergonzada de ello. Puede parecer infantil, pero para ella es una elección consciente: se obliga a sí misma a seguir esa línea de pensamiento para no perder energías en la acción. Es un reto.

¿Por qué Jacques Gamblin?

ML—: Pensamos en él al instante. Pensé que era perfecto para el papel, porque es un ejemplo notable del autocontrol, un tipo cerrado, que todavía mantiene una visión acotada de la humanidad. Además, su aspecto físico es potencialmente muy cómico y está poco explotado hasta ahora.

¿Y Sara Forestier?

ML—: Escribimos la parte de Baya pensando en una especie de Marilyn árabe. Así que al principio buscábamos una actriz de esa ascendencia. Pero no pudimos encontrar a nadie que supiese expresar todos los aspectos de su personalidad: divertida, vivaz, espontánea y sin inhibiciones. Por lo tanto, se abrió el casting para actrices no árabes. Cuando nos encontramos con Sara Forestier, a pesar de que no se correspondía con el personaje tal y como lo habíamos imaginado, de inmediato supe que era ella la persona perfecta para el papel: tiene ese lado gracioso, divertido y ruidoso que imaginamos, sin ser vulgar. A partir de ahí, se reescribió la parte de Sara, dándole ese aspecto oportunista del que hablábamos anteriormente.

BK—: Gracias a Sara, sin ni siquiera haberlo intentado, volvimos a la complejidad de un personaje que sufre por no parecer árabe, aunque su padre es de Argelia. Los actores son sorprendentemente naturales.

ML—: Yo disfrutaba enormemente con la dirección de actores, porque sentía que estaban muy involucrados en la película. Estaban abiertos a la improvisación, y para mí es fundamental dejar un espacio abierto a la libertad, especialmente, cuando se trata de un guión muy pormenorizado. Por ejemplo, he utilizado el lado activista de Carole Franck, quien da vida a la madre Baya—: En las escenas donde ella se enoja por la energía nuclear y en la que insiste en convencer a Arthur de optar por el matrimonio de conveniencia, en ambas estaba improvisando.

¿Cuáles eran sus objetivos como director?

ML—: Quería jugar con el contraste entre algunos temas serios, como la política o los traumas infantiles, y el estilo glamouroso del cine. Por ejemplo, cuando Arthur y Baya están caminando a través de las hojas caídas después del matrimonio de conveniencia, empiezan a debatir sobre el deber de la memoria y la guerra de Argelia. Me pareció divertido jugar con el contraste entre un plano general típico de las comedias románticas (vestido de boda, botella de champagne en la mano) y el tema de conversación. Por otro lado, quería evitar el exceso de trabajo de edición y recortar sistemáticamente a primeros planos, propios de una comedia de serie. Prefería grabar planos generales para enmarcar a los personajes de cuerpo entero y no sobreexponer las escenas, incluso si eso conllevaba perder algunos efectos cómicos.

La escena en la que Arthur va vistiendo a Baya es muy poética...

ML—: Para Baya, la desnudez no tiene ninguna importancia: actúa de la misma manera con ropa o sin ella, no es algo sexual. Debido a eso, tuvimos que hacer de su desnudez algo ordinario y que el ponerse su ropa de nuevo fuera algo sexy. Fue un verdadero desafío de dirección.