Seria, diseñada con inusitado esmero y con una ambientación impecable en el Londres de la segunda década del siglo pasado, esta película confirma por encima de todo el cuidado y el rigor que ha presidido un proyecto que rellena un vacío ciertamente sorprendente, la conquista de las mujeres británicas del derecho a voto en los albores de la Primera Guerra Mundial, un tema practicamente ignorado en la pantalla grande.

Con exquisito tacto y definiendo a los personajes con precisión, la directora Sarah Gavron ha culminado un producto que se adentra en la actividad desplegada por las llamadas sufragistas, un término con el que paradójicamente la prensa de entonces se burlaba de las mujeres que luchaban por el derecho al sufragio universal pero que acabó siendo adoptado por éstas.

En su segundo largometraje para el cine, tras Brick Lane, que fue premiada en San Sebastián, la realizadora confirma unas cualidades notables tanto en el marco de la recreación de la época como en el de la descripción de un colectivo decidido a lograr sus objetivos al precio que sea. Para llegar con más impacto al auditorio, sobre todo femenino, la película se vale de un personaje de ficción, Maud, que se mueve junto a otros reales que se convirtieron en las grandes luchadoras de esta causa.

Maud es una humilde trabajadora de lavandería y madre de un niño que no dudará en unirse a sus compañeras más combativas y en utilizar medios propios de la guerrilla para poner fin a una terrible injusticia y a un trato inhumano marcado por la discriminación y la tortura en las cárceles.

Un aspecto que alcanzará sus niveles más crueles en el ámbito de la maternidad cuando las mujeres ni siquiera pueden decidir en torno a la custodia de sus hijos. Humilladas, violadas y menospreciadas, solo el ejemplo y el coraje de personalidades de la talla combativa e intelectual de Emmeline, Christabel y Sylvia Pankhurst y la lucha de mujeres anónimas como Maud logró canalizar la protesta y abrir un camino hacia la igualdad y el y el sufragio. Magnífica labor de Carey Mulligan en el papel de Maud y de Helena Bonham-Carter, dos de la activistas más combativas, y aparición breve pero notable de Meryl Streep dando vida a Pankhurst, que mantuvo en jaque a la policía.