Podría definirse como una comedia negra, pero también como una visión de la crisis económica delirante y desmadrada que surge de la mente desquiciada de unos personajes absolutamente enfurecidos por los efectos de los recortes y de la corrupción. Y podría, también, haber llegado más lejos en su propuesta de divertir y de burlarse de determinadas instancias y personajes que se consideran responsables en gran parte de lo sucedido.

Las cosas, sin embargo, comienzan bien, con algunas situaciones ocurrentes y rentables en el plano del humor, pero va perdiendo efectividad a medida que la proyección progresa hasta llegar a un final francamente soso. Algo que hay que lamentar porque el proyecto era interesante y suponía un reto en el marco de la producción, ya que con el fin de agilizar al máximo el rodaje para que la cinta llegase cuan to antes a las pantallas se financió con un régimen de cooperativa que incluía filmar cuando se disponía de medios y pagando a los actores después del estreno y solo en función de los resultados en taquilla.

El director y guionista catalán Isaki Lacuesta, flamante Concha de Oro de San Sebastián en 2011 por Los pasos dobles, logra en principio, en la presentación de los cinco protagonistas que llevan un mayor peso en la trama--aunque se trata claramente de un producto coral--, infundir fundadas esperanzas de que el experimento va a funcionar.

Son los momentos en que los antihéroes de la película se enajenan por las secuelas de la crisis, cometen alguna locura y acaban con sus huesos en psiquiátricos penitenciarios. Es entonces, por otra parte, cuando la eficacia de un reparto con nombres tan llamativos y notables se hace patente. No en balde figuran en él actores del calibre de José Sacristán, Raúl Arévalo, Julián Villagran, Ariadna Gil, Emma Suárez, Sergi López, Eduard Fernández, Josep Maria Pou, José Coronado, Antonio Resines, Luis Tosar, Carmen Machi, Imanol Arias, Jordi Vílches, Macarena Gómez y Alex Brendemuhl.