Sugiere más que dice y en este aspecto se justifica su austeridad narrativa y, sobre todo, la aparente apatía de unos personajes que se limitan simplemente a vivir, renunciando a todo lo demás. De este modo, además, se capta la verdadera esencia de una República Democrática Alemana en la que la rutina y el tedio eran las notas dominantes.

Premiada con el Oso de Plata al mejor director en el Festival de Berlín y con los galardones más relevantes del cine germano, fue seleccionada para representar a su país en la carrera de los Oscar.

Esta primera cinta del realizador Christian Petzold que se estrena en España nos pone en contacto con un autor destacado en el marco del actual cine europeo. Sus imágenes pueden parecer a veces un tanto premiosas, porque apenas pasa nada, pero hay que convenir que es difícil encontrar una mejor solución narrativa para recrear un país concreto en una etapa determinada.

La historia de 'Bárbara' conecta, en alguna medida, con la del protagonista de ´La vida de los otros´, la excelente cinta alemana, en el sentido que nos mete de lleno en un entorno, la Alemania del Este, asfixiante y tenebroso definido por la falta de libertades, la represión y el oscurantismo.

Bárbara es una pediatra que ha sido trasladada como castigo a una pequeña localidad simplemente porque pidió permiso para atravesar el Muro de Berlín y establecerse en el Oeste de Europa. Son los años ochenta y el régimen prosoviético sigue cercenando los intentos de una parte de Alemania de sentirse libre.

La cinta no necesita, sin embargo, reiterar ese discurso, tan sólo coloca a sus personajes en ese entorno y revela con su conducta diaria, su indiferencia y su falta de estímulos a estos factores.

En su nuevo destino, una modesta clínica, Bárbara volcará su único entusiasmo en su labor profesional, mostrando en cambio una considerable crudeza con sus compañeros, especialmente con el cirujano André, que se siente atraído por ella. Pero su futuro parece vinculado a su novio, ya en el Oeste, que está preparando también la salida de ella. De este modo, apenas vemos otra cosa que la poco estimulante tarea cotidiana de la protagonista. No hace falta más porque todo adquiere con sugerencias un marcado toque de condena de un sistema y de brote de unos fuertes sentimientos.