Certifica parte de las virtudes que el director Jake Schreier revelaba en su ópera prima, 'Un amigo para Frank' , especialmente a la hora de dotar a sus personajes, un grupo de adolescentes que están a punto de dejar un periodo trascendental de sus vidas, de una consistencia que no es frecuente encontrar en el cine made in Hollywood.

Por ello hay que depositar innegables esperanzas de futuro en un director que sabe desplazarse con seguridad en un escenario de tierras movedizas. Es cierto que ha contado con un sostén firme, la exitosa novela de un John Green, que alcanzó el quinto lugar en la lista del New York Times en el número de ventas de literatura de ficción juvenil, del que ya se adaptó con gran fortuna de público y crítica en 2014 la emotiva y sensible 'Bajo la misma estrella'.

Sin el sustrato dramático de la cinta previa, lo que prima en esta ocasión en el texto y en la cinta es el clima de fascinación que conduce a un joven de 17 años, Quentin, a enamorarse de su vecina, Margo, una muchacha tan atractiva como singular y misteriosa que se involucra a menudo en aventuras secretas que la mantienen en el estatus de desaparecida durante días.

El aspecto más delicado de la película procedía de la resolución de unos personajes, tanto del protagonista Q y de su admirada vecina Margo como de los inseparables amigos de él, Radar y Ben, que padecen los mismos males de la edad y su afán por satisfacer sus primeras experiencias sexuales. Todos corrían el riesgo de caer en la estupidez y en los estragos de la burda comedia juvenil.

Por fortuna, Schreier sabe captar con diálogos precisos y verosímiles la intimidad de todos ellos, sobre todo el ambiente de rutina pero también de espontaneidad y de frescura que florece en sus permanentes encuentros y conversaciones. Aunque no siempre mantiene el mismo nivel, la historia ilustra con solvencia cuestiones de peso y extrae un loable partido de los jóvenes actores.