Tras el éxito de la adaptación de Casa de muñecas, de Henrik Ibsen, en 2013, la compañía valenciana Bramant Teatre sigue con los clásicos de la literatura dramática del siglo XIX. Desde este miércoles 3 y hasta el próximo domingo, día 7, actúan en el Teatre Rialto con su nuevo espectáculo, Tío Vania.

Se trata de una versión de la novela de Antón Chéjov, actualizada ahora por el dramaturgo (y actor y director) Jerónimo Cornelles. El tío Vania y su familia, un conjunto de aristócratas venidos a menos, viven en una casa rural, atrapados en la más profunda resignación, la desesperanza y la falta de motivación vital. Los temas que aborda la obra están plenamente vigentes y por eso el protagonista, Cornelles, afirma que «las preocupaciones que tenía Chéjov cuando la escribió, como la ecología, las relaciones personales, el amor, los celos o la ira, son cuestiones que hoy siguen estando muy presentes».

En medio de esta apocalíptica situación aparecen, de visita, el cuñado de Vania y su nueva esposa, y son ellos quienes harán que los personajes empiecen a despertar. No obstante, en la adaptación de Cornelles la interpretación sobre qué le pasará a esa familia queda abierta al público cuando algo, repentinamente, dé un vuelco a las vidas del tío Vania y sus parientes.

Queda también en el aire la época en que ocurren los hechos y el lugar, y es que la compañía, intencionadamente, no lo especifica. Así, es el público quien decide trasladar la historia al momento y al escenario que más le inspira.

El toque de gracia del director y el guiño a los más apasionados del teatro de Chéjov consiste en la incorporación de dos personajes extra a la historia: las dos hermanas del tío Vania. Aunque en la obra real estas dos mujeres no existen, aquí aportan un pequeño homenaje a otra de las grandes obras del autor ruso, Las tres hermanas.

Bramant Teatre, fundada en 1998 y formada por Jerónimo Cornelles, Teresa Crespo y María Minaya, no se ha encasillado en ningún género, sino que combina a la perfección el teatro contemporáneo con exitosas adaptaciones de los clásicos. Prueba de ello ha sido su último espectáculo, la versión de Casa de muñecas, de Ibsen. Una adaptación que contó con la colaboración del director de escena Ximo Flores y gracias a la cual la actriz Rebeca Valls fue nominada como mejor actriz protagonista a los últimos Premios Max.

Ahora, Bramant retoma el camino de los clásicos aunque, según su director, montar Tío Vania ya estaba entre sus planes incluso antes de lanzar Casa de Muñecas. «Tío Vania, no lo voy a negar, es un espectáculo que yo hace muchos años que quería hacer porque el texto me apasiona, porque concuerda con la actualidad y porque me encantan los personajes. Hice un curso con el escenógrafo y director de escena Carles Alfaro. Él había dirigido una versión de Tío Vania en Madrid, la vi, y me terminé de enamorar de la obra», abunda Cornelles.

Tío Vania es, por lo tanto, un proyecto, un sueño de Bramant Teatre que, tras mucho trabajo y empeño, ha conseguido salir a la luz, y es que su director asegura que «no somos como la familia de la obra, resignada y conformista. Nosotros trabajamos para conseguir los sueños que tenemos como compañía. Aunque parezcan imposibles, tratamos de hacerlos viables para trabajar con quien queremos y como queremos».

Aparte del propio director, el reparto en esta ocasión cuenta con María Poquet, Rafa Alarcón, Ernesto Pastor, Isabel Requena, Laura Valero y María Minaya. Además, la ayuda de Isabel Martí en la dirección ha facilitado que Cornelles haya podido ejercer de director y protagonista a la vez.

Aunque la gestación de este montaje y el trabajo dedicado ha sido intenso y minucioso, todo un «trabajo de carpintería», según Cornelles, la recompensa llega, en palabras del director, «cuando entra el público y se crea la fusión entre los actores y la gente. Es el último ingrediente».

Y es que el éxito de Casa de Muñecas en Valencia ya auguraba una buena acogida a esta apuesta, demostrando que la gente sí está interesada por el teatro clásico, que gusta y es viable. No obstante, Cornelles lamenta que no se inculca lo suficiente: «Hay interés, pero falta una programación cuidada, una educación. Los clásicos son el gran desconocido porque la gente tiende a pensar que es un género acartonado, pero nada más lejos de la realidad. Es más, nadie puede decir que no le gusta la playa si nunca se ha bañado en ella, del mismo modo que nadie debería juzgar el teatro clásico si nunca ha visto una función», concluye el director.

Concluye el director. Pero, de cualquier modo, y hasta el próximo domingo, son los valencianos tienen la oportunidad de acudir al Rialto, ver Tío Vania y juzgar por sí mismos si los clásicos les enamoran o no.