La sensación de déjà vu que desprende la lista de grupos protagonistas de la primera edición del San San Festival no es nueva. Hace ya varios años que, desde estas mismas páginas, señalamos el alarmante parecido entre los carteles de muchos festivales que salpican la geografía española y basan su oferta en la consabida y reiterada retahíla de bandas enmarcadas en ese cajón de sastre que Radio 3 y algunos medios gratuitos han decidido llamar indie, pervirtiendo el sentido original del término y convenciendo a un amplísimo sector de público que huye de la música más comercial para degustar un menú supuestamente alternativo que, en realidad, no se aleja mucho de ella en lo que se refiere a su nutriente sonoro, filosofía y aspiraciones.

Mientras las salas de conciertos agonizan (algunas cifras reales de venta de entradas alcanzadas por los últimos artistas nacionales e internacionales que han visitado Valencia son penosas), los festivales se siguen multiplicando sin freno, según una fórmula tan exitosa como poco original: Zona costera, abonos baratos, varios escenarios, grupos clónicos de perfil pop y algo de electrónica bailable para las madrugadas. El objetivo prioritario es el público adolescente, y como el calendario vacacional de verano comienza a estar saturado, la Semana Santa se convierte en una opción igualmente válida.

Así pues, por el Wonderwall Music Resort de Gandía pasarán durante tres jornadas todos los grupos españoles que han coincidido en eventos similares durante los últimos años, con Amaral a la cabeza. El dúo ni siquiera ha publicado todavía su nuevo disco, pero eso no ha sido óbice para que cierren una gira de festivales que promete emociones fuertes, a tenor del recibimiento de Ratonera, un nuevo single que ha generado más atención por su videoclip que por su (flojo) contenido musical, y que no ha suscitado debate político alguno, pero ha vuelto a poner sobre la mesa el viejo tema del compromiso del artista.

Junto a ellos estarán los ubicuos Love of Lesbian, que siguen inmersos en una gira interminable, en la que han repetido ciudades y festivales sin sufrir erosión alguna, y un listado de nombres que coincide con el de convocatorias similares e incluye a los también multitudinarios Lori Meyers, Iván Ferreiro, Miss Caffeina, Second, Xoel López, Izal o Cyan. En algunos casos, incluso resulta difícil distinguir el discurso sonoro de unos y otros, dado su carácter mimético y su búsqueda de un mismo público que, no obstante, en ningún caso muestra síntomas de agotamiento. Una de dos: O la gente nunca se cansa de ver siempre lo mismo (y quizá eso explicaría tanto las continuas olas de sonidos revivalistas como que Hollywood se pase la vida rodando secuelas y remakes), o es evidente que la chavalería asiste a estos saraos en busca de otros estímulos, y que la música no es más que otro ingrediente (ni más ni menos importante) en una ecuación en la que entran muchos factores.

Espigando en el cartel

Los organizadores (con la sala madrileña Penélope a la cabeza) también han incluido en el cartel a Julio de la Rosa, Maika Makovski, unos The Right Ons que con su nuevo disco (en castellano y de sonido asequible) parecen querer tomar el camino que lleva directamente hacia las cabeceras de cartel o Novedades Carminha, trío gallego que estrena Juventud infinita, un disco con el que mantiene su posición en la escena garagera, barnizando el género con pop, surf o triangulación amorosa bizarra para darle aire nuevaolero. La causticidad de sus letras completa el atractivo de una banda que se perfila como la única representante en el cartel de esa otra realidad existente en la música española, que suele ser sistemáticamente soslayada por los grandes festivales centrados en la presencia estatal. Por eso se agradece su presencia, aunque no sea precisamente una apuesta de riesgo. Ya se sabe que, en estos casos, el objetivo es acumulativo, y que para que la fiesta dure muchas horas (objetivo evidente, pues gran parte de los beneficios proceden del consumo en barras) hacen falta decenas de grupos en los escenarios.

Valencianos al peso

En ese sentido se puede interpretar también la abundancia de presencia valenciana en el cartel. Un detalle muy de agradecer, aunque solo La Habitación Roja y Polock, suficientemente conocidos por el público mayoritario, gozan de horario o escenario estelar. El resto protagoniza un desembarco local que va de la ortodoxia americana de Red Buffalo al rock inspirado en Héroes del Silencio que practican Morondo. Además, el pelotón valenciano incluye a Rubick, Emmerson, Metropol, Kostrok, Flaco Favor, Supermosca, Reno o Limbotheque, todos ellos grupos de sonido asequible y sin aristas, a los que además hay que añadir una importante representación de disc jockeys de la tierra, como Dioni Sánchez, Vladimir Dynamo o Jupiter Lion (Vicente Sais y Gonzo in Vegas).

Se abre la veda en el San San Festival, iniciativa que ya ha confirmado su edición estival: el Sun Sun Festival. Al mismo tiempo que el Arenal Sound empieza a cambiar su política inicial incorporando bandas internacionales (tímidamente y aún sin cabezas de cartel de peso) y el Low Cost se desprende de su apellido y ratifica su apuesta del año pasado (de Portishead a Massive Attack) con objeto de alejarse de los cada vez más abundantes eventos de perfil bajo, la receta a base de producto nacional sigue mostrándose eficaz entre un sector de público atraído tanto por los conciertos como por la idea de pasar tres días de fiesta lejos de la autoridad paterna. Quién sabe: A lo mejor los festivales pop se acaban convirtiendo en la versión light y con identidad española de los célebre spring breaks americanos. Tiempo al tiempo.